La organización Alimentta, think tank para la transición alimentaria, se presentó en un acto celebrado en la sala Valle Inclán del Círculo de Bellas Artes. El evento ha servido para resaltar la importancia de generar conocimiento para contribuir al desarrollo de un sistema alimentario más resiliente y justo, con acciones que tomen en cuenta la salud de las personas y el respeto de los ecosistemas.
En el marco de un diálogo sobre las claves para la transición alimentaria y la importancia de generar conocimiento para la toma de decisiones, Gloria I. Guzmán, socia fundadora y presidenta de Alimentta ha recalcado que “Alimentta nace para contribuir al reto de transitar hacia una agricultura y ganadería sostenibles social y ambientalmente, que garanticen la producción de alimentos sanos a corto, medio y largo plazo, resilientes frente al cambio climático y que contribuyan a mitigarlo”.
Por su parte Isabel Peña-Rey, directora ejecutiva de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) del Ministerio de Consumo ha afirmado la importancia de sumar esfuerzos para “encaminar políticas a favor de dietas más saludables, sostenibles y seguras”. En este sentido, Isabelle Le Galo, directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso –entidad filantrópica que apoya el think tank– ha señalado que en cuanto a la alimentación sostenible el objetivo es “transformar el sistema actual en uno que cumpla los requisitos de promover un acceso universal a una alimentación sana y respetuosa de los ecosistemas y las personas”.
Para conocer más del trabajo multidisciplinar, algunas de las personas expertas integrantes de Alimentta han presentado sus consideraciones en la mesa De la investigación a la acción, moderada por María Ramos, socia fundadora de la organización quien ha apuntado que “la complejidad del sistema alimentario y sus retos requiere del trabajo transversal de investigadores, de actores políticos y movimientos sociales”.
Alimentta está formada por un grupo de investigadores de diversas especialidades que confluyen en una mirada multidisciplinar sobre el sistema alimentario. Su trabajo abarca toda la cadena alimentaria: la producción y la extracción, la distribución, el consumo, así como los modelos de gobernanza de este sistema. La organización posibilita que el conocimiento generado y sus voces puedan contribuir a la transición hacia un sistema alimentario que resuelva las disfuncionalidades del modelo actual.
Sobre el trabajo del grupo, Isabel Cerrillo, académica de la Universidad Pablo de Olavide, ha señalado que se enfoca en “descifrar datos reales acerca del consumo de alimentos para ser capaces de atajar la problemática de un consumo tan poco sostenible y tan poco saludable, en el que predominan grasas saturadas, colesterol y azúcares suponiendo una dieta hipercalórica al considerar las necesidades medias de la población”. Por su parte Nicolás Olea Serrano, académico de la Universidad de Granada, se ha referido a otro enfoque de la investigación centrada en la producción de alimentos, importante para reducir la exposición humana a sustancias nocivas presentes en las dietas debido a “pesticidas o antibióticos en los procesos de producción o para la conservación de la comida, o también en el envasado de los alimentos”.
Desde un enfoque medioambiental Manuel González Molina, del Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas de la Universidad Pablo de Olavide, ha apuntado que “la alimentación se ha convertido en un proceso repleto de impactos sociales, económicos y ambientales negativos, no sólo en España sino también en terceros países” y que “es un proceso ineficiente” ya que “por cada unidad de energía consumida como alimento, se han gastado casi ocho unidades en su producción, distribución, transporte y preparación”. En este mismo sentido Sebastián Villasante, académico de la Universidad de Santiago de Compostela, ha mencionado que solo el 4 por ciento del pescado que se consume en España procede de sus costas, y el gasto es de 10.000 millones de euros por año para consumir productos pesqueros, que es una cifra que multiplica por 10 lo que la flota española pesca en el mundo.
La presentación ha servido también para el lanzamiento del informe La huella de carbono de la cadena agroalimentaria de la merluza en España, como ejemplo del trabajo de generación de conocimiento de este think tank.
La presentación del mismo ha estado a cargo de Joan Moranta, uno de los autores del informe y socio fundador de Alimentta. En su presentación ha resaltado que el estado de explotación de los caladeros nacionales en territorio español no permite abastecer el consumo de merluza en España, recurriendo a las importaciones y las capturas en caladeros internacionales y comunitarios. Por ello, se plantea “la necesidad de alcanzar un equilibrio entre los patrones saludables derivados del consumo responsable de pescado y su impacto medioambiental asociado”.
El estudio reconstruye por primera vez la cadena agroalimentaria que sigue la merluza para abastecer el consumo español, con el objetivo de estimar la huella de carbono de la extracción (pesca), transporte y distribución en España, tomando como referencia los datos del año 2017.
Entre sus conclusiones, destaca que se trata de un producto que recorre grandes distancias hasta llegar a la mesa de los consumidores: desde su pesca hasta la comercialización genera una huella de carbono en España que asciende a 681.485 toneladas de CO2 equivalentes anuales. La mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) está asociada a la pesca e importación de merluza desde países europeos y a la pesca y transporte procedente de América del Sur.
En comparación con otros productos, las emisiones de GEI de la merluza son 7,5 veces inferiores a las de la carne de vacuno, pero son 1,5 veces superiores a las del arroz. Además se posiciona como una de las especies marinas cuyo consumo implica una mayor huella de carbono.
Los resultados de este estudio instan a promover una reducción de los recorridos que generan mayores emisiones de GEI; redimensionar el volumen de merluza consumido en España, que supera con creces los límites biofísicos de sus costas, y avanzar hacia artes de pesca menos intensivas.
El papel del sector empresarial en una transformación es esencial para la sostenibilidad del sector pesquero, y por ello se plantea disminuir las emisiones de GEI en las operaciones y las cadenas de suministro, mediante el uso de soluciones climáticas naturales; extender y estandarizar el etiquetado de alimentos para incluir información sobre las implicaciones en la salud y la sostenibilidad de los productos.
Además, se debe apoyar al sector pesquero en esta transición con capacitación y desarrollo; impulsar prácticas de marketing transparentes que promuevan el consumo de alimentos saludables y sostenibles; ayudar a los consumidores a reducir su desperdicio de alimento con ideas para las sobras de comida y tamaños de porciones, y adoptar unos hábitos de consumo de alimentos proteicos, con una mayor presencia de aquellos que sean de origen vegetal.
El informe contribuye a generar evidencia científica que arroja nueva luz para la implementación de posibles soluciones que ayuden a mantener la explotación de la merluza en niveles de producción sostenibles (tanto fuera como dentro de la Unión Europea). Es también una propuesta robusta sobre cómo considerar los impactos ecosistémicos no sólo de la pesca, sino también de toda la cadena agroalimentaria que abastece a un país, lo que contribuiría a mejorar el enfoque a adoptar en la próxima revisión del marco normativo de la Política Pesquera Común.