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Vencer la resistencia al cambio y salir de la zona de confort son tareas cíclicas que deben estar presentes en todo líder o emprendedor, casi que como la tarea de cepillarnos los dientes. El éxito a veces bloquea y ensimisma a las personas y organizaciones negándoles la circunstancia de ver nuevas oportunidades ante un entorno cambiante para poder seguir siendo exitosos. Parece una incongruencia, pero si lo analizas un poco, le encuentras sentido.

Algunos gerentes dicen que de no manejarse adecuadamente el éxito o la abundancia y achinchorrarse en ellos, hace que éstos terminen siendo un obstáculo ante la posibilidad de seguir triunfando sostenidamente, es decir a través del tiempo. Es entonces cuando sobrevienen las crisis, que deben ser entendidas como oportunidades para re-estructurar, re-inventar y re-conducir situaciones y encarrilarnos de nuevo hacia el éxito. No obstante, hablando desde la óptica biológica, lo inteligente energéticamente es anticiparnos a la crisis para optimizar el uso de los recursos en el tiempo sin impactar negativamente el hábitat o al menos llevar al mínimo los impactos.

Este no pretende ser un escrito sobre gerencia, pero si una reflexión sobre la victoria que pudiésemos tener como país emprendedor en el mundo de las energías renovables. Es difícil salirse de la zona de confort, de lo ya conocido y probado, pero la realidad nos está demostrando que, por el camino que estamos transitando no tenemos avances, más bien se han agudizado el incremento poblacional, el desempleo, la escases de energía, de agua, de viviendas, de insumos básicos y la contaminación.

 

La construcción sostenible

Es entendida como desarrollo y gestión en la edificación y su entorno respetando a la humanidad y al medio ambiente. Se dice que en la actualidad, la construcción tradicional es responsable de alrededor de 40% de las emisiones de gases con efecto invernadero a la atmósfera y que absorbe el 30% del consumo energético.

En consecuencia, para salirle adelante a la crisis se han propuesto construcciones que posean materiales degradables, que no sea necesario consumir combustibles fósiles para su construcción, perdurables en el tiempo, con bajo mantenimiento, alimentadas por energía solar aprovechando que anualmente el sol proyecta a la tierra 4 mil veces más energía de la que consume y que la energía solar que llega a la tierra en 40 minutos es suficiente para cubrir la necesidad energética de un año. La forma y la orientación de la construcción también cuentan, su color, dependiendo de ellos una vivienda puede necesitar mayor o menor energía para mantenerla a una temperatura confortable, y por su puesto el acompañamiento a la vivienda con la vegetación adecuada asegura un micro-hábitat acogedor y amortiguador de temperatura.

Este tipo de construcción también toma en cuenta la gestión y el uso respetuoso de los recursos naturales.

¿Con qué se come el cambio?

Rowan (2011) establece, desarrollando un ejercicio didáctico, que con la ayuda del Sol, 500.000 familias sin hogar podrían hacer que Venezuela pase de ser Estado petrolero defectuoso a ser el principal Estado solar del mundo a través del uso de la tecnología solar, y desglosa su argumento de esta forma: una casa moderna de 309.000 bolívares con celdas solares fotovoltaicas de l4 kilovatios en el techo puede producir ingresos por generación eléctrica de 658.000 bolívares (a 1,07 bolívares por KW). Además, cada casa pagaría 309.000 bolívares en 36 cánones de 860 bolívares por arrendamiento con opción a compra. Esto significa un ingreso por casa de 967.500 bolívares en 20 años. Así se tendría el combo casa y energía eléctrica.

Beneficios para todos

Más allá de lo mencionado, Rowan establece que con capital privado el país en tres años obtendría 481.6 millardos de bolívares en nuevo PIB (40% del PIB en 2010); más de 2 millones de empleos sostenibles (la tasa oficial de desempleo bajaría casi a cero); más de siete millones de personas ascenderían a la clase media (la pobreza caería a la mitad); se construirían 500.000 casas solares modernas de 107 metros cuadrados (con un valor de 309.000 bolívares y que los residentes podrían comprar con una hipoteca a 20 años con tasa de interés casi cero); se producirían cientos de miles de millones de KW/hora (mucha más electricidad de lo que se produce ahora), lo cual acabaría con los desagradables, inseguros e improductivos cortes de energía; dejarían de liberarse a la atmósfera 292.000 toneladas de CO2, que sería una ayudita tanto para la naturaleza como para los ciudadanos del mundo; y se crearía una nueva industria: la transformación de los motores de combustión a electricidad.

Del ejercicio didáctico a la realidad

Este ejercicio didáctico es perfectamente realizable para resolver al unísono o mitigar varios factores componentes de la deuda social y ambiental que aún seguimos teniendo, pero es cuestión de romper la resistencia al cambio, salir de la zona de confort para abrirnos de forma crítica, activa, técnica e innovadora a solucionar problemas que continúan agrandándose, a pesar de ser exitosos con los ingresos crecientes producto de la renta petrolera. Ejecutar una experiencia piloto en un urbanismo en desarrollo puede mostrar rápida y victoriosamente lo que es una carambola empleo-vivienda-energía eléctrica-ambiente.

Nos resistimos a vivir en un mundo sin avances, sin innovación, sin nuevas tecnologías y sin justicia social, y sobre todo perdiendo la oportunidad de aprovechar la ventaja temporal que nos brinda el mullido chinchorro de la renta petrolera. Esta es una opción de construcción sustentable que aprovecha la circunstancia de ser un país ubicado muy cercano al ecuador, por tanto por poseer la energía solar adecuada, y una opción viable tanto para la inversión pública como para la privada.

Evelyn Pallota es Bióloga, Ecóloga ý Analista ambiental. Actualmente se desempeña como Directora de Ecología y Ambiente del Estado Miranda, Venezuela.

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