El proyecto Life Iberlince “Recuperación de la distribución histórica del lince ibérico (Lynx Pardinus) en España y Portugal” llega a su recta final en este moribundo diciembre de 2018, pero el trabajo de tres proyectos Life consecutivos y de casi dos décadas aunando esfuerzos por la recuperación del lince ibérico no termina. Esto no deja de ser más que un punto y seguido, puesto que ya se está trabajando en la redacción de un nuevo Life Naturaleza enfocado en la conexión de las poblaciones de lince establecidas por la Península Ibérica, siguiente paso lógico en el proceso de recuperación de sus poblaciones.
No basta con salvar a una especie de la extinción, rebajarla una categoría de protección según la UICN (de ‘en peligro crítico’ a “en peligro”), ni de registrar en el último censo, el de 2017, una población de 589 ejemplares en la Península (448 de ellos en Andalucía), ni de alcanzar el objetivo que este último Life se marcó de establecer la cifra de cinco hembras territoriales en cada una de las áreas de reintroducción. Tampoco basta con que se hayan iniciado el intercambio fluido de ejemplares entre Guadalmellato-Andújar-Cardeña, y de ésta última a Sierra Morena oriental, ni con que algunos ejemplares se hayan desplazado entre Valle de Matachel y Montes de Toledo y Sierra Norte de Sevilla, y entre Doñana y Vale do Guadiana. Ni con el hecho de haber sido distinguido por la Comisión Europea con el Green Awards, en la categoría de Naturaleza y Biodiversidad, siendo elegido así como el mejor proyecto Life de los últimos 25 años.
No es suficiente porque siempre hay un paso más, un objetivo más, un deseo más por la recuperación de la distribución de este felino en la Península. Habrá que seguir consolidando los nuevos núcleos hasta que alcancen un tamaño suficiente, al tiempo que se sigue impulsando la expansión y el crecimiento de la especie en nuevas áreas. Habrá que garantizar que todas las poblaciones estén conectadas entre sí, de modo que exista un intercambio de ejemplares que asegura su viabilidad genética a largo plazo. Y para esa mejora de la conectividad habrá que trabajar en la permeabilización de las infraestructuras, y también habrá que conservar y mejorar el hábitat, y disminuir los casos de muertes por furtivismo y, sobre todo, garantizar la presencia de su principal presa, el conejo, que está sufriendo los efectos negativos de las enfermedades víricas.
El equipo de profesionales que conforman Iberlince, pese a estar contentos con los resultados obtenidos en estos últimos años, donde se han superado con creces los objetivos marcados en este tercer Life, desea ir un paso más allá; y lo mejor, sigue trabajando con la misma ilusión con la que empezó. A todos y cada uno de ellos, también a todos los socios que participan en este proyecto, queremos dar las gracias en este número especial de El Gato Clavo.