En los últimos tres años, el número de personas que padecen hambre se ha incrementado lentamente, con más de 820 millones, según un informe de la FAO. De este modo, uno de cada nueve seres humanos no tiene acceso a la comida, un número que supone un retroceso a los niveles de 2010.

Tal y como explica la ONU, aunque actualmente la Humanidad produce alimentos más que suficientes para nutrir a todos, hay más desequilibrio en todo el planeta, como se evidencia en el hambre, la obesidad, la degradación ambiental, la pérdida de diversidad agrobiológica, la falta de seguridad para los trabajadores y, por supuesto, el desperdicio de alimentos. En ese sentido, supermercados, restaurantes y comercios de todo el mundo se deshacen cada día de alimentos porque presentan faltas en el envoltorio, están a punto de caducarse, no han podido venderse al final del día o incluso por razones estéticas, ya que el 45% de las frutas y verduras se descartan por su color, forma y aspecto.

¿Qué implica malgastar alimentos?

En los países ricos se malgasta prácticamente la misma cantidad de comida (222 millones de toneladas) que la producción neta de alimentos del África Subsahariana (230 millones de toneladas). Solo en España, por poner un ejemplo, se desperdician 7,7 millones de toneladas al año, a pesar de que aproximadamente, 1,2 millones de toneladas son aptas para el consumo, según el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente. En términos económicos, esto se traduce en una pérdida de 3.000 millones de euros anualmente.

El desperdicio de alimentos supone además un importante gasto de agua, tierra, trabajo y capital que inevitablemente favorece el efecto invernadero y, por tanto, el calentamiento global y el cambio climático. Precisamente, evitar el desaprovechamiento de la comida depende en parte del ciudadano de a pie. Para ello, basta con llevar a cabo una serie de medidas, como por ejemplo no tirar la comida, pedir las sobras cuando se vaya a un restaurante o evitar el excedente de alimentos en los comercios y  supermercados de barrio a través de aplicaciones como Phenix.

Este proyecto conecta a aquellos que tienen demasiado con aquellos que no tienen suficiente. De esta manera, da una segunda vida de responsabilidad y solidaridad a los alimentos que no se han vendido durante el día. Su uso es muy sencillo: solo hay que descargarse la aplicación gratuitamente, activar la geolocalización, escoger la cesta del comercio que más le apetezca al usuario, pagar de forma segura a través de la app e ir a buscar la cesta anti-desperdicio en la hora que indica el comercio.

Phenix es una empresa certificada como B Corporation, un nuevo tipo de negocios que buscan el equilibrio entre sus objetivos y los beneficios, con la obligación legal de considerar el impacto de sus decisiones en sus empleados, clientes, proveedores, la comunidad y el medio ambiente.

 

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