¿Sabes que con una ducha se gasta un 70% menos de agua que con un baño? ¿Y que las bombillas ecológicas (fluorescentes compactas) consumen un 80% menos que las tradicionales y duran ocho veces más? ¿Y habías pensado alguna vez en que los electrodomésticos en stand by también consumen energía? La responsabilidad de proteger y cuidar el planeta, algo que afecta directamente a nuestra salud, debe empezar directamente en los hogares. Es por ello que desde el Colegio de Ciencias Ambientales de la Comunidad Valenciana (CoAmb-CV), que este año celebra su décimo aniversario, se esfuerzan en impulsar la Educación Ambiental entre jóvenes y mayores.
Desde su sede en el Parque Científico de la UMH, trabajan por alcanzar un objetivo muy claro: concienciar a la población de la importancia de reducir la contaminación y promover el ahorro energético, entre otras acciones. Concretamente, una de las cuestiones que más preocupa a los expertos es la de reducir los niveles de dióxido de carbono (CO2) en el planeta. Se trata del principal gas de efecto invernadero y el mayor responsable del calentamiento global. Para promover la importancia de este hecho, el 28 de enero se celebró el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2.
“Los niveles de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera actuales son los más altos desde que se iniciaron los registros de seguimiento directo de este tipo de gas contaminante. La concentración asciende a un 145% según la Organización Meteorológica Mundial (OMM)”
José Toledo, presidente de CoAmb-CV.
Partiendo de estos datos, ¿cuáles son en la actualidad los principales emisores de dióxido de carbono? Desde CoAmb-CV subrayan que alrededor del 75% de las emisiones de CO2 provocadas por el hombre se originan por combustibles fósiles aunque otros factores como la producción y suministro de energía, la producción industrial o la deforestación influyen de manera importante. Asimismo, resaltan que una de las huellas de carbono más profundas proviene del transporte de productos y personas. Además, señalan que viajar en automóvil, por ejemplo, puede llegar a ser casi cinco veces más contaminante que hacerlo en un vuelo en avión de corta distancia. “Con un vehículo todoterreno, el contaminante expulsado a la atmósfera se cifra en 455 g/Km de CO2 de media por cada pasajero frente a los 97 g/Km y ocupante que se emitiría en un vuelo de corta distancia y a los 111 g/Km en el caso de un vuelo de larga distancia”, añade Toledo.
Aumentar la utilización de medios de transporte colectivo, el uso de vehículos eléctricos o reemplazar la generación de energía de origen fósil por energías renovables y sostenibles son algunas de las acciones que se pueden llevar a cabo para reducir estas emisiones de dióxido de carbono.
Uno de los efectos más importantes del aumento de los niveles en la concentración de CO2 global es el llamado efecto invernadero y sus consecuencias: el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar e inundaciones o la pérdida de biodiversidad y ecosistemas, entre otros. Sin embargo, el incremento del CO2 también puede tener importantes repercusiones en la salud de las personas: alergias, asma, enfermedades cardiovasculares, respiratorias graves, cánceres o enfisemas pulmonares. Además, las temperaturas más cálidas junto a inundaciones y sequías crean condiciones favorables para animales portadores de enfermedades como el cólera o la fiebre del dengue.
Desde su creación en 2008, el Colegio de Ciencias Ambientales de la Comunidad Valenciana se ha volcado en fomentar la educación ambiental y concienciar de la importancia de proteger el planeta. Por ello, ofrecen cursos y seminarios para profesionales y público en general, para impulsar las buenas prácticas ambientales y el papel de los ciudadanos en la conservación y protección del entorno. Esta formación abarca áreas como el Control de la Contaminación, la Gestión Ambiental de Empresas o la Sociedad en el Medio Ambiente.
En cuanto a los programas de educación ambiental que existen actualmente, Silvia Raya de Miguel, colaboradora de CoAmb-CV y ambientóloga, considera son necesarios pero insuficientes: “Aunque consiguen plantar una semilla en los niños, ésta no se riega con la frecuencia suficiente para que arraigue”. Para ello, es fundamental que la educación ambiental comience en las casas.
“El papel de los adultos es fundamental: si explicamos a los niños cómo reciclar, ahorrar energía y proteger el medio ambiente, y les hacemos partícipes de las medidas que adoptamos en casa para cuidar la naturaleza, ellos integrarán estas costumbres como algo natural”
Silvia Raya de Miguel, ambientóloga
Sin embargo, desde este colegio profesional se muestran positivos y confían en el movimiento verde que se observa en la sociedad. Como apunta la colaboradora de CoAmb-CV esperan que las próximas generaciones consigan conectar de forma más profunda con la naturaleza: “Confío en el ser humano y en su capacidad, y seguiremos trabajando para despertar conciencias, poner nuestro pequeño granito de arena con el que conseguir un mundo mejor para todos”.
Fuente: Parque Científico UMH