Según ha informado el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo, la extensión mínima del hielo marino del Ártico, en este año 2020, se alcanzó probablemente el 15 de septiembre, con una extensión de 3,74 millones de kilómetros cuadrados. La marca de este año es la segunda más baja registrada. El hielo marino del Ártico ya ha perdido dos tercios de su volumen y continúa en una disminución constante de su extensión, en las últimas décadas.

Greenpeace advierte que la rápida desaparición del hielo marino es un indicador más de la crisis climática que tiene consecuencias en todo el planeta y recuerda que, frente a la crisis sanitaria y socioeconómica que estamos viviendo, la lucha contra el cambio climático debe ser una obligación imperativa de los gobiernos.

Por ello Greenpeace, junto con Ecologistas en Acción y Oxfam Intermón, comenzó el primer litigio climático contra el Gobierno de España, en el que las organizaciones demandan al gobierno para exigirle mayor ambición climática: una reducción de las emisiones de al menos el 55% en 2030 respecto a 1990 y alcanzar el cero neto en 2040.

“A medida que el Ártico se derrite, el océano absorbe más calor y nos estamos quedando sin el aire acondicionado que regula las temperaturas de nuestro planeta” ha declarado Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace España. “Para evitar los peores impactos del cambio climático, solo hay una vía, reducir drásticamente las emisiones de forma urgente a la vez que protegemos y restauramos los ecosistemas

Cumbre de Biodiversidad de las Naciones Unidas

El barco de Greenpeace Arctic Sunrise, con una tripulación de responsables de campaña, activistas y científicos/as, se encuentra en el Ártico para documentar el mínimo de hielo marino y estudiar la vida marina en la región. La travesía coincide con la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad, en la que la protección marina debe ser prioritaria y central en cualquier discusión sobre la protección de la biodiversidad.

La capa de hielo del Ártico es un océano congelado que necesita protección urgente y los líderes mundiales en la Cumbre de Biodiversidad de las Naciones Unidas deben comprender el papel de los océanos en la lucha contra la crisis climática.

Los océanos sanos mantienen el carbono almacenado de forma segura fuera de la atmósfera, lo que ayuda a reducir los impactos de la crisis climática. Los líderes mundiales deben aprobar la creación de una red de santuarios de los océanos que proteja al menos el 30% de estos para el año 2030. Los ecosistemas marinos pueden desarrollar resiliencia para resistir mejor al rápido cambio climático. La comunidad científica ha identificado al Ártico como una de las áreas prioritarias que necesitan protección, como parte de una red global de santuarios oceánicos, debido a su importancia vital para la estabilidad climática.

 

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