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A parte de sus motores, los aviones utilizan las corrientes y la fuerza del viento para realizar sus vuelos. Por ejemplo el recorrido entre Londres y Nueva York dura una hora más que el mismo trayecto en dirección contraria debido a la corriente en chorro o jet stream. Un estudio parece indicar que estas características fundamentales para la aviación están cambiando debido a los efectos del cambio climático.

Javier Villar, piloto y portavoz del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Oficial, explica que habitualmente los chorros están por encima de los 100 nudos (unos 185 kilómetros por hora), aunque el viento puede alcanzar velocidades mucho más altas. "Se utilizan para intentar aprovechar la corriente a favor y disminuir el tiempo de vuelo".

El estudio elaborado por el Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading y publicado en la revista Environmental Research Letters, sostiene que el cambio climático generado por el aumento de gases de efecto invernadero está aumentando la fuerza de estas corrientes en chorro. Como resultado, los vuelos de oeste a este se acortarán (el récord actual de un vuelo comercial Nueva York-Londres está en 5h 16m), pero los vuelos este-oeste serán más largos y no compensará el ahorro de tiempo en el trayecto contrario.

La investigación, dirigida por el doctor Paul Williams, determina que al acelerarse esa corriente en chorro, los vuelos en dirección este se aceleran y los de dirección oeste se ralentizan. "Actualmente hay 600 vuelos transatlánticos al día, por lo que en total se añadirán 2.000 horas más al año en este tipo de vuelos", sostiene Williams. Esto suma millones de dólares en combustible y empeora el impacto en el medio ambiente. "La industria de la aviación se enfrenta a la presión por reducir su impacto medioambiental, pero este estudio muestra una nueva perspectiva en la que la propia aviación es susceptible a los efectos del cambio climático", indica Williams.

 

Aumento de la temperatura

Javier Villar indica que el aumento de la temperatura del aire afectará a la fuerza de despegue. "Los motores van a ser menos eficientes en el despegue y el aterrizaje, y el peso con el que va a poder despegar el avión va a ser menor", indica. A pesar de las conclusiones a las que ha llegado este estudio, no cree que las compañías estén dedicando sus recursos a este asunto. "Sí lo hacen en seguridad y optimización de rutas y en tener aviones más eficientes. A veces la ruta más económica no es ni la más corta en tiempo ni la más corta en distancia".

Las emisiones contaminantes son una de las principales preocupaciones de la aviación. El pasado 8 de febrero, 23 países llegaron a un acuerdo en Montreal (Canadá) en el seno de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) para reducir las emisiones de dióxido de carbono de los vuelos. El pacto, que aún tiene que ser aprobado por el consejo de gobierno de la ONU, espera reducir las emisiones de carbono en más de 650 millones de toneladas entre 2020 y 2040, lo que equivale a retirar 140 millones de vehículos durante un año.

 

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