Investigadores del grupo Finance, Macroeconomics and Management (FM2) de la UOC, liderado por Jorge M. Uribe, junto con Stephania Mosquera, profesora de la Universidad EAFIT, de Colombia, han diseñado un modelo estadístico que permite observar con qué magnitud las variaciones del precio del gas se transmiten a los precios de la electricidad en periodos de relativa escasez y de relativa abundancia de generación eléctrica.
"Gran parte de la explicación de esta subida en los precios de la electricidad se halla en los máximos históricos observados en los precios internacionales del gas natural, impulsados a su vez por una mayor demanda efectiva por parte de los países asiáticos, al dejar atrás los efectos económicos negativos de la pandemia", explica Uribe, también profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Cuando la demanda de electricidad no puede cubrirse en un primer momento con fuentes más verdes, las centrales de generación térmica ofrecen su capacidad al mercado. Para el investigador, estas plantas, aunque generan electricidad de manera bastante ineficiente en comparación con las fuentes renovables, actualmente son necesarias para que el sistema pueda garantizar el suministro de electricidad a todo aquel que lo necesite, evitando así consecuencias nefastas para el bienestar de las personas y la economía.
La pregunta es si los incrementos actuales en el precio de la electricidad son un fenómeno temporal o si se trata de una característica permanente del mercado. La respuesta no es fácil, ya que depende de factores que abarcan la política, la tecnología, la economía y el clima. "Todos ellos son sistemas muy complejos por separado, y sobra decir que la complejidad y la dificultad analítica aumentan enormemente cuando se estudian en su conjunto, como es necesario para entender el mercado eléctrico. Sin embargo, es posible analizar los datos disponibles para hacernos una primera idea de lo que podemos esperar en el futuro", aclara el profesor de la UOC.
Uribe explica que el nuevo modelo, que consta de un conjunto de indicadores relacionados con los precios de mercado y con diferentes variables climáticas, permite identificar la ratio de transmisión del precio del gas natural al precio de la electricidad en periodos en los que la electricidad es relativamente barata o cara. El grupo de investigadores ha analizado los datos de los mercados de electricidad de trece países europeos (véase el gráfico) durante diez años (desde el 31 de marzo de 2011 hasta el 3 de septiembre de 2021) y también ha estudiado los datos del índice general del precio del gas natural, el Henry Hub.
"Hemos observado que, si la fórmula proporciona un número mayor a uno, indica que el precio del gas natural se transmite al precio de la electricidad en una proporción más elevada cuando la electricidad es cara que cuando es barata", comenta Uribe. "Si la relación entre los dos precios fuera siempre la misma, sin importar a cuánto se cotiza la electricidad, bastaría con que se produjera una reducción de los precios del gas natural en el futuro para observar una bajada proporcional en los precios de la electricidad", añade.
Sin embargo, el efecto del gas natural sobre la electricidad es muy diferente entre los países analizados, dependiendo de si se trata de un mercado con relativa escasez o abundancia en la generación eléctrica. Es decir, en los países estudiados, las variaciones del precio del gas no se trasladan con la misma fuerza a los precios de la electricidad en estos dos escenarios de mercado. Hay países que, por su configuración del mercado eléctrico, son más vulnerables y soportan un encarecimiento mucho mayor de la electricidad en periodos de escasez en la generación y que, además, cuando llegan los periodos de abundancia y se produce acumulación de las existencias de gas, no experimentan una bajada proporcional de los precios de la electricidad.
Según las estimaciones, el dato para España es 12,4, que resulta de dividir el efecto del gas natural sobre la electricidad, cuando el precio de la electricidad es alto (este efecto es 7,35), sobre el efecto cuando la electricidad tiene un precio bajo (este efecto es 0,59). "Esta ratio indica claramente que el precio se transmite más al alza (cuando los precios tienden a estar altos) que a la baja (cuando tienden a estar bajos). Se transmite 12,4 veces más cuando la electricidad es cara. Es decir, en mercados de abundancia para la generación eléctrica, las subidas nunca son compensadas con reducciones de la misma proporción", advierte Uribe.
Esta ratio es mayor que 1 para casi todos los países de la muestra, pero presenta variaciones importantes: desde un 0,8 en el caso de Finlandia hasta un máximo de 18,6 en Portugal. De hecho, la aplicación de los modelos propuestos alerta sobre la necesidad de avanzar en la compresión de los mecanismos de formación de precios del mercado eléctrico peninsular, que tienen de lejos las ratios más altas, y sobre la necesidad de avanzar políticas públicas que permitan aislar a los consumidores eléctricos más vulnerables del tipo de consecuencias económicas no deseadas que estamos observando hoy en día.
"En un sistema de precios 'marginalista', como el que opera en los mercados eléctricos de Europa, y específicamente en España, la generación más costosa e ineficiente es la que al final determina el precio al cual se remunera a todas las fuentes de generación. Esto implica que, en la medida en que las centrales térmicas trasladen a su precio de generación el sobrecoste que conlleva una cotización al alza del gas natural, el precio de la electricidad que pagan los hogares se verá directamente afectado por el precio del gas natural", señala el experto.
Esto es crucial, sobre todo al considerar que, de hecho, las presiones al alza en el precio de la electricidad tenderán a intensificarse en el futuro próximo, debido a la transición energética hacia fuentes de generación más verdes, en la que se encuentran inmersos los países europeos, y que ya no da un minuto de espera. Tales presiones irán de la mano de una intensificación de las restricciones de las emisiones de CO2 en el marco regulatorio común europeo, lo cual llevará a dinámicas similares a las observadas desde finales de 2020 en los precios de los derechos de emisiones de gases contaminantes, que también están en máximos históricos, después de haber estado estancados durante décadas. Tal sobrecoste afectará precisamente, en mayor medida, a las centrales de generación térmica que requieren tales derechos para poder operar.
Los resultados obtenidos en la investigación del grupo FM2 invitan a explorar otras formas de organización del mercado, más interconectadas física y económicamente a escala internacional y regional. "Obsérvese, por ejemplo, que la ratio de transmisión de precios para los países pertenecientes al Nord Pool, que es el mercado más profundamente integrado en Europa, compuesto por Dinamarca, Suecia, Noruega, Letonia, Lituania, Estonia y Finlandia, tiende a ser más baja que para el resto de los países", remarca Uribe.
Los mercados nórdicos tienen una relación entre precios mucho más estable ante distintas configuraciones de mercado que Portugal y España. "La razón es que los mercados más integrados ayudan a coordinar mejor la oferta y la demanda y a mitigar los efectos de choques externos provenientes de los combustibles fósiles que Europa importa", apunta el experto.
La integración de mercados promete ser un aspecto fundamental para la comprensión de los mecanismos de formación de precios en el mercado eléctrico español y en el diseño de políticas públicas para proteger a los más vulnerables de efectos adversos que puedan estar presentes en los mismos.
Estos resultados invitan, sobre todo, a repensar el importante papel del Estado para garantizar una transición energética sin traumatismos y que cuente con el apoyo de las bases electorales, como tiene que ser para que sea sostenible. "De hecho, no debería extrañarnos que el mundo deba operar con una electricidad más cara en el futuro próximo, para hacerlo de manera más sostenible, hasta que se diseñen formas de almacenar energía más eficientes que las que existen hoy. No obstante, incluso en este escenario extremo, la transición hacia ese nuevo mundo más sostenible debe minimizar en todo momento el impacto sobre los menos favorecidos, que, en este caso, son precisamente quienes menos pueden cubrirse ante los efectos adversos de la inflación y la subida de los precios de la electricidad", concluye Uribe.
Esta investigación favorece los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) 1, fin de la pobreza; 7, energía sostenible y no contaminante, y 13, acción por el clima.
Fuente: UOC