A propósito de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en Copenhague, que se celebrará del 7 al 18 del próximo mes de diciembre teniendo en la agenda la negociación de un nuevo Protocolo que sustituya, en 2012, al vigente de Kyoto, hemos querido llamar la atención sobre el cambio climático, resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen antropogénico. En estos momentos, las consecuencias de este hecho, más que probado científicamente -a pesar de las voces que aún se alzan cuestionando su veracidad-, es el principal eje en torno al cual gira la preocupación medioambiental.
El cambio del clima ha sido un acontecimiento natural a lo largo de la historia de la Tierra alternándose periodos cálidos con periodos fríos o glaciaciones. La diferencia del actual cambio es la velocidad a la que se está produciendo: ningún ser vivo -incluidos los seres humanos- tiene mecanismos o técnicas de adaptación que sean tan rápidos como para afrontarlo.
Los últimos modelos climáticos manifiestan un aumento generalizado de las temperaturas en todo el Planeta, una disminución de las precipitaciones –afirmación, esta última, que conviene ser matizada, ya que en las regiones en las que actualmente hay precipitaciones, se harán más abundantes-, la pérdida de los bosques tropicales -los pulmones de la Tierra-, alteraciones de las corrientes marinas, etc. Estas transformaciones constituyen un problema a escala planetaria, puesto que todo en la naturaleza está interrelacionado.
El impacto del cambio en el clima tiene dimensiones globales, y pondrá a millones de personas en situación límite: ciclos de inundaciones en unos lugares del planeta, extensos periodos de sequía en otros, conflictos derivados de los cambios, escasez de alimentos y problemas de salud y de bienestar social; todo ello agravado con temas como la contaminación y la pérdida de biodiversidad y de recursos.
Los expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas -grupo de trabajo creado conjuntamente por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, activo desde 1988- advierten que aunque se logre detener las emisiones y disminuirlas a niveles del año de referencia, los efectos del clima continuarán haciéndose patentes a lo largo del milenio, es decir, si dejáramos de emitir hoy, el día de mañana sufriríamos las consecuencias por lo emitido a lo largo del siglo pasado. Por ello se deben concentrar todos los esfuerzos en minimizar la emisión de gases de efecto invernadero para controlar con mayor capacidad y de manera más eficaz los riesgos proyectados.
Por ello, en la Cumbre de Copenhague se pedirá una ratificación formal del compromiso de reducción del carbono emitido a la atmósfera a países con gran peso en este sentido y que aun no lo han hecho. La mirada está puesta sobre todo en Estados Unidos (país referente del consumismo en todos los sentidos y economía energética basada principalmente en combustibles fósiles) y en China (gigante emergente en el que sus más de mil millones de habitantes tienden a copiar cada vez más los modelos de alto consumo y con producción energética basada en el carbón).
Esperamos que de la Cumbre nazca un compromiso firme hacia la reducción de manera más o menos progresiva de los niveles de carbono emitido, construyendo una economía denominada baja en carbono. De esta forma se reducirán los riesgos, impactos y los costes socioeconómicos previstos, consecuencia de la alteración del clima.
Carmen María Escudero Martínez es Licenciada en Ciencias Ambientales y postgraduada en gestión integrada de calidad, medio ambiente y prevención de riesgos laborales.
FTE ORIGINAL: http://panoramicasocial.rioja2.com/2009/11/expectativas-ante-la-cumbre-del-clima-copenhague-2009/