Leemos en The Conversation en un artículo sobre la forma en que los puntos de carga eléctrica podrían afectar la implantación del coche eléctrico. El nuevo anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética incluye medidas para fomentar la movilidad eléctrica , como la creación de un mapa informativo de puntos de recarga y la obligación de instalar puntos de recarga en algunas gasolina.
En el año 2019 la matriculación de vehículos eléctricos en España han representado el 0,6% del total y los híbridos el 4,75%. A pesar de esto, las cifras son positivas, en el último año, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 50% respecto al precedente, los híbridos enchufables crecieron un 31% y los no enchufables un 44,2%.
El coche eléctrico para tener un mayor éxito necesita modificar su mayor precio y menor autonomía respecto a los vehículos de motor térmico, así como la dificultad y tiempo de recarga. El grado de autonomía de un coche está relacionado con el almacenamiento de energía en el propio vehículo. Las baterías eléctricas o electroquímicas, también llamadas acumuladores o pilas, almacenan energía química, que puede ser liberada en forma de energía eléctrica al cerrar un circuito entre sus bornes.
Aunque se ha mejorado mucho en los últimos años, la densidad energética de las baterías sigue siendo muy inferior a la de los combustibles derivados del petróleo. La autonomía también está condicionada por otras características del coche, como el peso, la aerodinámica, etc.
Los coches eléctricos se pueden cargar en la propia vivienda o garaje comunitario, en postes en la vía pública, aparcamientos públicos o también, claro, en estaciones de servicio, imprescindibles cuando se sale de viaje. Aunque aún puede considerarse insuficiente, existen ya 5000 puntos de carga repartidos por toda la geografía española.
Entre los inconvenientes de la recarga eléctrica nos encontramos con el tiempo que requiere. Varía según la tecnología elegida, o disponible, pero siempre es muy superior al necesario para llenar el depósito de los vehículos que funcionan con combustibles fósiles.
Los dispositivos de Corriente Continua presentan una mayor potencia de carga y, por ende, menor tiempo de repostaje. Son los que solemos encontrar en las electrolineras de las estaciones de servicio. Proporcionan las cargas rápidas, imprescindibles en trayectos interurbanos. En estos casos, hablamos de potencias de hasta 100 kW, que pueden proporcionar una autonomía de unos 300 km con 30 minutos de carga. Para la carga doméstica o en garajes comunitarios, donde se dispone normalmente de conexiones monofásicas de corriente alterna a 230V o 380V, existen dispositivos en el mercado fáciles de instalar.
Según la Ley de propiedad horizontal, para instalar un punto de recarga de vehículos eléctricos en una plaza del garaje de un edificio, no es necesario obtener un permiso especial, basta una “comunicación previa a la comunidad”. El usuario deberá asumir los costes de la instalación y del consumo eléctrico.
El precio de un punto de recarga en una vivienda unifamiliar, instalación incluida, está por debajo de los 1000€. Para utilizarlo, basta enchufar el conector a la toma de carga del vehículo, como si de cualquier aparato eléctrico se tratase.
En resumen
Existe ya en el mercado una amplia oferta de coches eléctricos en todas las gamas y aplicaciones. También están disponibles distintos sistemas de carga.
Si bien es cierto que la autonomía y la velocidad de carga del coche eléctrico no igualan (de momento) al movimiento por motor de combustión, presenta otras innegables y velocidades. La operación de carga de los coches eléctricos puede ser en ocasiones un problema, pero en modo alguno tecnológico ni operativamente imposible de superar.
Quizá lo que proceda es un cambio de mentalidad y actitud para adaptarnos a los requisitos de una nueva movilidad que sea respetuosa con la sociedad y el planeta.
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