“Cerca del 85% de los materiales de origen humano que encontramos en las costas son microplásticos”, asegura Nicholas Mallos, director del programa de basura marina de Ocean Conservacy. A pesar de ello, han pasado desapercibidos durante décadas. Miden menos de un milímetro. Están presentes en gran cantidad de productos y en los tejidos sintéticos, y se vierten indiscriminadamente al mar en las aguas residuales.
A pesar de esto, y de que en los últimos 50 años el volumen de microfibra que vertimos al medio ambiente ha crecido en un 450%, la atención de las investigaciones científicas y el interés público sobre los microplásticos es muy reciente.
Una serie de iniciativas internacionales se encuentran en marcha para determinar el grado en que los microplásticos representan un peligro para la vida marina. A pesar de que la base de conocimiento está en rápido crecimiento, identificar las formas de abordar este problema emergente es uno de los grandes retos actuales.
¿Qué efectos tienen?
Se ha demostrado que los microplásticos son ingeridos por organismos marinos filtradores, provocando el cierre de la pared intestinal e induciendo una reacción dentro del tejido. Las microfibras penetran en el torrente sanguíneo a través de los pulmones y el estómago, afectando al sistema inmune y provocando alteraciones al sistema endocrino.
También se ha comprobado que pueden obstruir el sistema filtrador mediante el que se alimentan las ballenas barbadas, como lo es por ejemplo la ballena franca del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) que se encuentra en peligro de extinción.
Las fibras viajan a menudo impregnadas de productos químicos potencialmente peligrosos, proporcionando una vía para el transporte de estos químicos a través de la cadena alimenticia. De este modo se produce bioacumulación de estos compuestos en las cadenas tróficas marinas, causando efectos crónicos sobre la salud humana, incluyendo la interrupción del sistema hormonal (disrupción endocrina), induciendo cambios genéticos (mutagenicidad) y el cáncer (carcinogénesis).
¿Dónde se encuentran los microplásticos?
Los microplásticos, como por ejemplo las esferas de polietileno, son usados en productos de cuidado personal, tales como pasta de dientes, cremas faciales y exfoliantes, sin que los consumidores sean conscientes de ello. También se encuentran en los textiles sintéticos. Normalmente no son filtrados durante el tratamiento de aguas residuales, y suelen ser liberados directamente al mar o los ríos.
Fuente: EIMAformación