La COVID-19 y el cambio climático ponen en riesgo el desarrollo de los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas son uno de los más castigados por la COVID-19 y la emergencia climática, dos crisis interconectadas que no pueden abordarse aisladamente.
Así, pese a representar el 6,2% de la población –unos 476 millones de personas–, acumulan el 15% de la pobreza mundial, una realidad que no ha hecho sino agravarse desde el inicio de la pandemia. Su papel de guardianes de la naturaleza también se encuentra amenazado: protegen el 80% de la biodiversidad del mundo y, sin embargo, se sitúan entre los grupos más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.
Como indica María José Bonilla, responsable de Cambio climático de Ayuda en Acción, “las poblaciones indígenas viven en armonía con la naturaleza y es necesario que su valioso papel de protección y conservación sea recompensado y reconocido mundialmente. Trabajamos para mejorar sus condiciones económicas y sociales, salvaguardando su cultura. No se trata de introducir nuevos elementos contrarios a su forma de vida, sino de rescatar esa sabiduría y educación propias para convertirlas en prácticas de conservación y restauración de los ecosistemas”.
Oportunidades de futuro sostenibles para indígenas en Honduras
Honduras es uno de los países más castigados por la crisis climática, con una población que aún sufre los efectos de la emergencia humanitaria provocada por dos huracanes consecutivos, Eta e Iota, a finales de 2020. Ayuda en Acción trabaja en el país centroamericano desde 1998 junto a las familias indígenas para generar oportunidades de futuro sostenibles tanto para las personas como para el medio ambiente.
Uno de sus proyectos más recientes se denomina Carbono Azul y se desarrolla junto a South Pole Group en La Muskitia hondureña, pulmón verde del país. Allí, a través de la emisión de bonos de carbono y la conservación de más de 850 000 hectáreas protegidas, la mayoría de manglar, busca reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la vez que mejorar la vida de más de 100 000 personas de cuatro etnias indígenas diferentes. A lo largo de todo el proyecto, estas cuatro etnias tomarán sus propias decisiones sobre cómo lograr un desarrollo sostenible acorde a sus características y su entorno.
Otra intervención destacada corresponde al proyecto Corylus, en Yoro, donde Ayuda en Acción facilita el acceso a energías limpias para más de 700 familias tolupanas y mestizas. El proyecto, desarrollado junto a Energía sin Fronteras Y FUNACH, se basa en la electrificación de sus hogares a través de placas solares fotovoltaicas auto instalables.