Tras una etapa de profundo saneamiento, Carlos Slim, accionista de control de FCC, pone en marcha una segunda oleada de reformas en el grupo de infraestructuras y servicios. Los últimos años de contención han servido para reconquistar los beneficios, alcanzar registros históricos del 15% de rendimiento bruto de explotación, y una franca mejoría en Bolsa. El reto ahora es conseguir un conglomerado más ágil y fácil de gestionar, especialmente en el área de servicios, y potenciar la filial Aqualia, dedicada a la gestión del ciclo del agua.
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En el camino hacia esta nueva revolución interna acaba de abandonar el barco una de las figuras de referencia de la compañía, el presidente de FCC Medio Ambiente, Agustín García Gila. Y junto a él también ha puesto fin a su carrera el director general de FCC Ámbito, Aurelio Blasco.
García Gila, entre los mayores expertos de este país en el negocio de los residuos, se había ganado el respeto de Slim a base de disentir de algunas de las políticas del magnate mexicano, especialmente en lo que tocó a los ajustes. Pero la relación entre el propietario y este ejecutivo de la vieja guardia era difícilmente sostenible. Fuentes cercanas al directivo aseguran que la salida ha sido consensuada, aprovechando un momento de mayor calma en la empresa. En un principio, tanto la presidencia que ocupaba García Gila como la dirección de Blasco serán amortizadas.
El plan que se pone en marcha en estos momentos pasa por reorganizar las múltiples filiales del área de servicios en tres patas: FCC Medio Ambiente para el mercado español, en la que se integraría la especialista en el tratamiento de residuos industriales FCC Ámbito, y una doble FCC Environment para Reino Unido y el resto de Europa.
Las mismas fuentes apuntan al actual director general de FCC Servicios, Jordi Payet, como nuevo responsable del negocio local y de Ámbito, mientras Tomás Núñez se mantendría al frente de la actividad internacional. Ambos reportarán directamente al consejero delegado del grupo, Pablo Colio, quien hace las veces de director general de FCC Construcción.
Esta reestructuración de las actividades, compleja a la vista de que los contratos tienen muy diversas garantías de otras divisiones del grupo, precisa además autorizaciones de múltiples Administraciones. El movimiento está llamado a tratarse en la próxima junta de accionistas. Una reunión que podría adelantarse del tradicional mes de junio a una fecha entre marzo y abril.
En un contexto en que ACS ya se desprendió de su división de servicios Urbaser y cuando Ferrovial analiza la venta de sus múltiples negocios en este campo, queda ver cuál es la intención de Carlos Slim: simplificar una estructura realmente enmarañada o preparar el paquete de cara a una posible venta total o parcial. Al cierre del pasado mes de septiembre los servicios tienen un peso del 48,2% en los ingresos de FCC, con 2.095 millones de euros, y del 50,2% en el ebitda, al que aporta 324 millones. La división consiguió salir a flote de una crisis en la que la dificultad de los ayuntamientos para pagar a los proveedores puso en jaque a este tipo de empresas.
El otro gran pulmón de FCC, en este caso a potenciar, es el de la gestión del agua. A la filial Aqualia, con el fondo australiano IFM como segundo accionista con el 49% del capital, se le ha marcado el objetivo de duplicar su cifra de negocio y ebitda en un plazo máximo de diez años.
Considerada como un filón en FCC, Aqualia cerró 2017 con una facturación de 1.025 millones, para un ebitda de 241 millones. La venta del paquete a IFM ha reportado 1.024 millones al grupo de infraestructuras en 2018, que además utilizó esta filial para financiarse con dos colocaciones de bonos por un total de 1.350 millones en 2017.
La clave para el desarrollo de Aqualia se ha fijado fuera de España (aproximadamente el 70% del negocio a día de hoy es local) y especialmente en el negocio concesional. Muy activa en los mercados de Oriente Medio, se trata de potenciar la búsqueda de oportunidades en América Latina y EE UU. Y una de las claves es que esos futuros proyectos comporten la mínima carga de construcción posible.
Fuente: CincoDías