2017 fue un año en el que se registró una gran cantidad de incendios forestales en muchas zonas de la Península Ibérica, pero ¿cuáles son las previsiones de este 2018?. Por el momento, los datos publicados por el MAPAMA son menos alarmantes que los registrados el año pasado a esta fecha – cerca de 9.000 hectáreas quemadas frente a las más de 28.000 de 2017-.
La causa de los incendios del pasado año fue la aparición de mucha vegatación, tras una primavera lluviosa, sumado al posterior calor del mes de junio. Estas olas de calor secaron la vegetación, lo que favoreció la proliferación de los incendios. En global, la comunidad más afectada fue la de Galicia, aunque uno de los incendios con más repercusión fue el del Parque Natural de Doñana en Huelva.
Aunque las cifras de incendios registrados hasta ahora en 2018 son inferiores, hay una gran preocupación ya que desde el mes de febrero, las precipitaciones han estado muy por encima de la media en muchas zonas de España. Esto se traduce en gran cantidad de vegetación que, dependiendo de las condiciones meteorológicas de este verano, puede convertirse en pasto para incendios. En esta etapa inicial de la estación estival no hay olas de calor previstas, como sí ocurrió en 2017. Sin embargo, no hay que dejar de tener en cuenta el intenso calor, el viento y las tormentas secas.
Es posible que junio o incluso julio no sean meses tan problemáticos, pero de llegar periodos secos y muy calurosos, como la segunda mitad de julio y la primera de agosto, la recta final del verano podría ser de máximo riesgo.
En España todavía queda mucho que aprender en cuanto a prevención de incendios. Para empezar, el abandono rural es cada vez mayor; esto supone una acumulación de vegetación descontrolada. Por lo tanto, el número de grandes incendios forestales con desalojos masivos, pérdidas cuantiosas y fallecidos va en aumento. No solo se trata de tener medios para la extinción, sino de gestionar mejor la prevención, reduciendo la cantidad de vegetación que podría convertirse en pasto de las llamas.
España, al estar situada en una zona de transición climática hacia un clima más árido, tenderá a ser un país donde vaya aumentando el riesgo de incendios. El incremento del número de olas de calor, la reducción de las precipitaciones o el aumento de los episodios de vientos intensos, son solo algunos de los cambios climáticos que ya se dan con frecuencia y con los que se tendrá que lidiar en un futuro. Todos ellos ayudan a iniciar y propagar incendios y, por ello, se debe concienciar debidamente sobre el riesgo, la prevención y la actuación, especialmente en aquellas zonas más vulnerables.
Fuente: texto e imagenes de Eltiempo.es