En nuestro planeta, 2.000 millones de personas (3 de cada 10 personas) -el 26% de la población- no disponen de agua potable y 3.600 millones -el 46%- carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura, según informes de la UNESCO de 2023. Asimismo, se espera que esta escasez empeore en los próximos años, a medida que se agrave el calentamiento del planeta y la crisis del clima.
Son millones los seres humanos que, por su pobreza, no pueden costearse sistemas de captación del agua presente en su entorno: agua de un manantial, un río, o una laguna; aguas subterráneas o aguas de lluvia. Precisamente es el ser humano el principal causante de la contaminación del agua. Más del 80 % de las aguas residuales resultantes de la actividad humana se vierten en los ríos o en el mar sin ningún tipo de tratamiento de agua, lo que provoca su contaminación.
Desde Manos Unidas apoyamos a las poblaciones para que tengan acceso al agua para consumo humano con diversas técnicas, y colaboramos en la gestión de sus recursos híbridos, así como en la protección de los ecosistemas relacionados con su consumo.
A través de los más de 130 proyectos ONG (93 de los proyectos se han ejecutado en África, 17 en América y 18 en Asia), que se han llevado a cabo en los últimos 5 años, Manos Unidas promueve la higiene y el saneamiento básico y, sobre todo, la formación para la gestión de las infraestructuras de agua y para el uso eficiente de este escaso bien.
A pesar de que el agua es abundante, se ha convertido en un recurso finito y el peligro de no acceder a ella, la hace muy valiosa, y puede que acabe siendo un activo mercantil.
La crisis de suministro pone en serio riesgo la vida de las poblaciones del Sur, su salud, su seguridad alimentaria y su capacidad de desarrollo socioeconómico. La ONG de la Iglesia católica tiene claro que el acceso al agua potable es esencial para el desarrollo de las poblaciones más desfavorecidas, que por su pobreza no pueden costearse sistemas de captación de agua.
La crisis del agua, un bien escaso para la humanidad, no deja de ser una consecuencia de su uso indebido y despilfarro por distintos factores como:
La crisis de gobernanza del agua tiene que ver con el peligro que supone para la humanidad que el agua llegue a convertirse en un activo más del mercado, como ya ha sucedido en el pasado con otras materias primas, imprescindibles para la alimentación y supervivencia de la humanidad.
En los últimos 20 años, se han registrado más de 1.000 conflictos por el agua, según los datos del Pacific Institute, organización sin ánimo de lucro que analiza la situación mundial del agua.
Manos Unidas apoya, junto a sus socios locales, multitud de proyectos de desarrollo en temas de agua en los países del Sur, de los que han podido beneficiarse más de medio millón de personas.
Estos son algunos ejemplos:
ÁFRICA - MOZAMBIQUE
Las aldeas de Nhantsembene y Nhanpequene, situadas al sur de Mozambique, forman parte de una región eminentemente agrícola con pequeñas explotaciones familiares, muy dependientes de las lluvias.
Las variaciones del clima de los últimos años están poniendo en riesgo dichas cosechas, lo que está agravando los problemas de desnutrición que padece gran parte de la población infantil.
Muchos hombres, cabezas de familia, emigran a Africa del Sur en busca de oportunidades de trabajo, y a su regreso lo hacen con graves enfermedades como tuberculosis y SIDA, dejando así una población repleta de viudas y huérfanos.
A ello se suma el hecho de que apenas un 3% de la población dispone de agua canalizada. Sus habitantes recorren grandes distancias para recoger agua en una laguna no salubre que se forma en la cada vez más corta época de lluvias, lo que acaba provocándoles una gran cantidad de enfermedades intestinales por su consumo.
Con los hombres fuera del mapa de la región, ya sea porque han migrado o porque han muerto, son las mujeres y los niños los que tienen que dedicar gran parte de su tiempo en abastecerse, lo que agrava el problema del absentismo escolar.
Para revertir esta situación, la Parroquia de Nossa Senhora das Mercedes, de la Congregación de los Padres Trinitarios, socio local de Manos Unidas en el país africano, impulsó un programa integral de obtención de agua potable y de regadío mediante la excavación de un pozo, la construcción de una torre con dos depósitos, la instalación de una bomba solar y la canalización hasta las fuentes de distribución, así como la instalación de una cisterna que garantizara el abastecimiento a toda la población.
De esta iniciativa se han beneficiado de esta iniciativa más de 1.300 habitantes de los barrios de Nhansembene y Nhanpequene.
AMÉRICA - GUATEMALA
En el lado occidental de Guatemala, nos encontramos con el municipio indígena maya-mam de San Ildefonso Ixtahuacán. Su topografía, montañosa y accidentada, hace que las casas estén muy retiradas entre sí, con distancias de hasta 4 horas a pie y en pendiente
Únicamente el 30% de las familias tienen acceso directo al agua, recayendo en mujeres y niños el trabajo de acarrearla desde el punto de acceso más cercano.
El problema del agua ha empeorado con los efectos del cambio climático, llegando a provocar conflictos y tensiones en la región. Como problema añadido, una parte importante del agua disponible está contaminada.
Ante esta situación, la Asociación de Formación para el Desarrollo Integral (AFOPADI), nuestro socio local en la región solicitó el apoyo de Manos Unidas para la construcción participativa de una política municipal de agua.
Los primeros pasos de concienciación fueron muy positivos y el proyecto ahora se centra en mejorar el acceso al agua por parte de la población, así como en la implementación tecnologías de almacenaje de agua.
También se quiere fortalecer la organización comunitaria, así como potenciar el rol de la mujer en la gestión municipal, siempre con una visión socio-antropológica y local.
Cuando esté finalizado, el proyecto había beneficiado a más de 4.000 personas, elevándose a 50.000 beneficiarios de forma indirecta.
ASIA - INDIA
En el estado de Assam, situado en el noreste de India, los pequeños agricultores y jornaleros viven en condiciones de pobreza, lo que provoca que muchos tengan que emigrar en busca de un futuro mejor.
Periódicamente, se enfrentan a una desgracia terrible: las inundaciones por el monzón. Al ser tierras bajas, sufren los desbordamientos del río Brahmaputra y sus afluentes. En 2022, medio millón de personas vieron cómo sus casas quedaban hundidas bajo las aguas.
Estas inundaciones dieron lugar a múltiples efectos como pérdida de cosechas, terrenos inutilizados para varias temporadas, imposibilidad de trabajo para los jornaleros, así como un aumento del número de mosquitos —con la consiguiente aparición de la malaria y el dengue—.
Además, las ya de por sí precarias infraestructuras de saneamiento dejan de estar operativa: no se puede acceder a las bombas de los pozos de agua potable, y los pocos aseos existentes quedan anegados.
Al tratarse de comunidades pobres, remotas y con poca representatividad, el gobierno desatiende las peticiones de ayuda. Con la ayuda de nuestro socio local, creamos infraestructuras resistentes a las inundaciones, con bombas de agua potable y bloques de aseo y baño situados sobre plataformas elevadas para evitar su anegación y se impartieron cursos formativos para estar informado y preparado ante futuras inundaciones, así como de mantenimiento de prácticas higiénicas.
Esto beneficiará directamente a 10.000 personas.
El Sumo Pontífice, en la encíclica Laudato Si’, publicada en 2015, ya expresaba su extrema preocupación por la posible mercantilización del agua:
«Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarle el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable».
Fuente: Manos Unidas