En México, 3 de cada 4 empleados sufren de estrés laboral (IMSS, 2014). Tal vez ese cansancio que tienes y que no se va por más que intentas descansar sea la señal de que tú también lo padeces. ¿Por qué, cómo, cuándo? Son varias las causantes; sin embargo, una de ellas puede ser que estés invirtiendo más energías de las que debes en alguna actividad. Conoce la diferencia entre presión y estrés y modifica tu rutina para mantenerte dinámico todos los días.
Lo malo de empezar el día así es que inmediatamente centras tu tiempo y dinamismo en atender las peticiones de otras personas; lo malo de terminarlo así es que puedes irte a casa con una sobrecarga de información y necesidades que te harán sentir abrumado. (Establece el número de veces que necesites consultar tu bandeja de entrada a diario y trata de cumplirlo.)
Tienes muchas tareas pendientes pero también tienes toda la actitud para hacerlas. Eso es genial. El problema es que no divides esas tareas en importantes y secundarias, cuáles son más urgentes y cuáles no, y entonces ya sabemos que “quien mucho abarca, poco aprieta”. Haz una lista de tus actividades y decide en qué te debes ocupar primero. (Descubre los 10 consejos para mejorar tu productividad.)
El mal humor raramente reduce los niveles de estrés de las personas. Ser hostil, reprender a las personas y mantener una postura inflexible sólo enrarece el entorno en donde laboras y te mantiene tenso por horas o días o semanas o siempre.
Suceden dos cosas: que sientas que no puedes levantarte de tu lugar porque tu trabajo se vendrá abajo en un instante –lo cual es un tipo de angustia que debes serenar–, y que una mala postura al sentarte también te canse físicamente. (Calma. Camina un poco, despeja tu mente y recarga las baterías.)
Puede ser que en ocasiones quieras mantenerte concentrado en una actividad por mucho tiempo, el problema es si esto se confunde con darle vueltas y vueltas a un asunto en vez de resolverlo. ¡Sólo gastas fuerzas de manera improductiva! Es aconsejable distraerte por algunos minutos con una lectura, revisando tus redes sociales –sí, pero sólo si lo tienes permitido y que sea un espacio breve– o en alguna página web. Después vuelve a la carga y termina con ese pendiente.
Nada está bien: no tienes los recursos que necesitas, nadie te apoya, tu espacio de trabajo no es lo suficientemente bueno, la comida es mala, las instalaciones dejan mucho que desear, etcétera, etcétera, etcétera. Las quejas son otra forma de agobiarte. Y sí, es probable que algunas cosas no sean como a ti te gustaría –ojalá siempre lo fueran–, pero también otro factor es interno y se trata de cómo te aclimatas a cada situación. Esto se sabe desde 1858: el que se adapta, sobrevive.
“Es que en mi anterior trabajo”, “Es que cuando cambie de empleo”… Estar en otro lado menos en el presente sólo genera estrés. Aceptar el momento, la gente que te rodea y los desafíos de hoy es una forma de ganar energías.
Como verás, mucho se trata de actitudes, hábitos y diálogo interno.
Revisa qué actividades personales te están agotando, corrígelas y conviértete
en el 1 de cada 4 empleados que no sufre de estrés laboral en México.