En Francia, las marcas de moda deben pagar una cantidad de dinero por cada producto que ponen en el mercado. Cada vez que alguien compra por ejemplo una camiseta, el fabricante ha desembolsado previamente una cantidad para contribuir a la gestión de este producto cuando se convierta en un residuo.
Este país ha sido el primero en Europa en poner en marcha el sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor para el sector textil, que será obligatorio en la Unión Europea a partir de 2025. La razón es que la ropa ya representa un grave problema ambiental porque el consumo aumenta de forma constante por el efecto de la ‘fast-fashion’, ropa barata que dura poco y que mezcla diversos materiales, lo cual hace muy complicado su reciclaje. En Europa se ponen en venta unos cinco millones de toneladas de ropa al año. Pero solo se recoge para su tratamiento un tercio de esa cantidad. Esto significa que 3,4 millones de toneladas terminan en el vertedero o incinerándose.
¿Qué está haciendo Francia para resolver este problema?
Para contárnoslo hemos tenido en el comité residuos textil (CT44) de Conama 2020 a Maud Hardy. Ella es la responsable de Economía Circular de R_fashion, entidad acreditada por el Gobierno para gestionar el sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor para el sector textil en ese país. Como explica, las marcas están obligadas por ley a pagar una contribución que en 2019 representó 25 millones de euros. Con este dinero se paga a las plantas en función de las toneladas de ropa que clasifiquen. También se recompensa a aquellos municipios que comuniquen sobre la separación y recogida de ropa. Hoy en Francia hay más de 46.000 puntos de recogida, nos cuenta Hardy, que son contenedores en la calle, en las tiendas o en organizaciones como la Cruz Roja, entre otras. El índice de recogida de ropa en Francia está hoy en el 38% de lo que se pone en el mercado.
La tarifa básica que abonan las marcas se define por el peso del producto, con independencia de los materiales o de su calidad. Si una camiseta pesa 250 gramos, la tasa será la misma si esta es cara o barata. Pero R-fashion está ampliando el tipo de aportación para premiar la reducción de materiales en la fabricación o el índice de reciclabilidad. En este sistema de modulación, cuantos más criterios ambientales cumplan las empresas, menos pagarán.
Hardy incide en la clave del modelo francés: “Hace diez años, la mayoría de los productos textiles se recogía para su reutilización, se vendía a África. Pero ahora sabemos que a medida que el índice de recogida aumenta se reutiliza menos. El porcentaje de reciclaje es clave. Esta industria debe funcionar muy bien antes de aumentar la tasa de recogida, porque si no habrá toneladas de ropa sin poder hacer nada con ellas”. El objetivo final, incide esta especialista, es incluso que la entidad R-fashion desaparezca, “que la industria sea totalmente autónoma”.
Fuente: Conama