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Se sabía que los bosques son aliados contra la contaminación y ayudan a regular la temperatura, pero era una incógnita su capacidad de absorber dióxido de carbono (CO2, el principal gas de efecto invernadero) de aquí a final de siglo, cuando es previsible que se doblen estas emisiones. Hasta ahora: un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Stanford y la Autónoma de Barcelona liderado por el ambientólogo César Terrer demuestra que los árboles seguirán ayudando a frenar el cambio climático al menos durante los próximos ochenta años. Más allá de 2100, el futuro del planeta depende de una reducción drástica del CO2 en la atmósfera y de la buena conservación de la cubierta vegetal, según el estudio que publica hoy la revista 'Nature Climate Change'.

«Básicamente, el CO2 tienes dos efectos, uno bueno y otro malo. El bueno es que aumenta el crecimiento de las plantas, porque es su alimento. El malo es que incrementa las temperaturas del planeta y es el principal gas causante del cambio climático. Nuestro estudio es una estimación del potencial de CO2 de hacer crecer a las plantas actuales», explica César Terrer, 34 años, licenciado en Ciencias Ambientales y máster en la Universidad de Murcia, doctor por la Universidad Imperial College London (Reino Unido) e investigador en la prestigiosa Universidad de Stanford (EE UU), Autónoma de Barcelona y, en breve, en el Lawrence Livermore National Laboratory (EEUU).

«Nuestra estimación es que el aumento futuro de CO2 puede incrementar en un 12% la biomasa de las plantas. Es decir, las plantas serán un 12% más grandes y, por tanto, robarán más CO2 a la atmósfera, ayudándonos a combatir el cambio climático. Esa cantidad que absorberán de CO2 es equivalente a todo el que emitimos en 6 años», añade el ambientólogo murciano. El estudio destaca que los árboles tienen un potencial mucho mayor que prados o matorrales para absorber CO2.

Los árboles limpian el aire que respiramos y ralentizan los estragos del calentamiento global absorbiendo aproximadamente un 25% de todas las emisiones de dióxido de carbono causadas por la actividad humana. Pero estos servicios que la naturaleza presta gratis total probablemente no durarán indefinidamente si se mantiene el consumo actual de combustibles fósiles y se insiste en la deforestación de amplias regiones, como la Amazonía.

Combustibles fósiles, mejor bajo tierra

«Dejar los combustibles fósiles bajo tierra es la forma más segura de limitar el calentamiento global», asegura Terrer, «pero preservar intactos nuestros bosques para que puedan crecer más es nuestra siguiente mejor solución», insiste.

Durante décadas, los científicos se han preguntado si los árboles y plantas podrían alcanzar un límite en su capacidad para seguir absorbiendo dióxido de carbono: el estudio de la Universidad de Stanford advierte de que los árboles solo pueden absorber una fracción del dióxido de carbono en la atmósfera, y que su capacidad de hacerlo más allá de 2100 es incierta.

El CO2 es el alimento de árboles y plantas. Combinado con nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, el dióxido de carbono ayuda a los árboles a crecer y prosperar. Pero con la subida de concentraciones de CO2, los árboles necesitan más suplementos de nitrógeno y fósforo para equilibrar su dieta. La pregunta de cuánto dióxido de carbono extra pueden 'secuestrar' de la atmósfera los árboles dadas las limitaciones de nutrientes, es una incertidumbre crítica en la predicción del cambio climático.

Plantar es ahorrar

«Plantar árboles o restaurarlos es como meter dinero en el banco», señala Rob Jackson, coautor del estudio y profesor en el departamento de Ciencias de la Tierra de Stanford. «El crecimiento extra de los árboles con el dióxido de carbono es el interés que ganamos en nuestra cuenta. Pero tenemos que averiguar cómo de elevada será la tasa de interés sobre nuestra inversión en carbono».

Para predecir la capacidad futura de absorción de CO2 de árboles y plantas, los investigadores sintetizaron datos de todos los experimentos de dióxido de carbono realizados hasta ahora en prados, matorrales, cultivos y sistemas forestales, además de iniciativas propias, como fumigar árboles con emisiones de CO2 que doblan las actuales, con el fin de simular situaciones como las que pueden darse a final de siglo.

Igualmente, usando métodos estadísticos, inteligencia artificial, modelos matemáticos y datos de satélite, los autores del estudio cuantificaron la capacidad de los nutrientes y el clima para limitar el potencial de las plantas y árboles para absorber dióxido de carbono extra. Además, utilizando bases de datos de la disponibilidad de nutrientes actualmente en el suelo, también elaboraron un mapa del potencial del dióxido de carbono para aumentar la cantidad y el tamaño de las plantas en el futuro, cuando las concentraciones atmosféricas del gas podrían doblarse.

Frenar la deforestación

Los resultados muestran que los niveles de dióxido de carbono esperados hacia el final del siglo deberían aumentar la biomasa de plantas del planeta en un 12%, permitiendo a plantas y árboles almacenar más dióxido de carbono.

El estudio también destaca el papel fundamental de los bosques tropicales, especialmente los situados en el Amazonas, Congo e Indonesia, «las regiones con el mayor potencial para almacenar el dióxido de carbono adicional».

«Ya hemos presenciado la tala indiscriminada de bosques prístinos en selvas tropicales, que son los depósitos más grandes de biomasa en el planeta», se lamenta César Terrer, quien avisa de que «estamos avanzando de manera inexorable hacia la pérdida de un instrumento tremendamente importante para limitar el calentamiento global».

 

Fuente: texto e imagen de La Verdad