La Fundación CRAM está desarrollando la segunda fase de un proyecto para la conservación de las tortugas marinas a través de la sensibilización del sector pesquero de arrastre, y de la recuperación y reintroducción en su medio natural de los ejemplares atrapados accidentalmente en estas artes de pesca. En esta segunda fase se pretende llegar a toda la flota de arrastre de la provincia de Tarragona, abarcando así, además de la zona del Delta del Ebro realizada en la primera fase del proyecto, las Costas del Tarragonés y el Litoral meridional tarraconense como Lugares de Interés Comunitario, en los que la presencia de la tortuga boba (Caretta caretta) es probable y segura, respectivamente.
Se trata de un proyecto que cuenta con el apoyo de la Generalitat de Catalunya y con la colaboración de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica, a través del Programa pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo, Marítimo y de Pesca (FEMP).
El proyecto tiene como objetivo, por un lado, sensibilizar e involucrar al sector pesquero de arrastrarse de los puertos de l’Ametlla de Mar, Cambrils, Tarragona y Torredembarra, además de reforzar la campaña ya iniciada el año anterior en las confradías cercanas al Delta del Ebro, con el objetivo de minimizar el impacto que la pesca accidental tiene sobre las tortugas marinas, a través de reuniones con las cofradías implicadas y el establecimiento de relaciones con los mismos pescadores.
Por otro lado, el proyecto pretende recuperar todas las tortugas marinas capturadas incidentalmente por los barcos participantes en esta iniciativa y reintroducirlas a su medio natural en la mayor brevedad posible de la mano de los pescadores colaboradores y sus familias.
Dentro de esta línea de recuperación, se pretende, además, desarrollar un estudio para optimizar el protocolo actual de tratamiento de tortugas marinas con enfermedad disbárica, patología muy frecuente en ejemplares capturados accidentalmente en redes de arrastre.
Y, finalmente, el proyecto pretende crear núcleos de voluntarios formados y coordinados que den soporte al operativo de rescate de los especialistas del CRAM con el fin de sensibilizar a la sociedad y garantizar una acción inmediata y efectiva que aumente las posibilidades de supervivencia de animales capturados.
El proyecto comenzó a finales de diciembre del 2018, con duración de un año, y en poco más de dos meses de ejecución se han atendido ya 29 tortugas marinas capturadas accidentalmente en redes de arrastre.
Los pescadores: pieza clave en la conservación de tortugas marinas
La principal amenaza de las tortugas marinas es la captura accidental. Por esta razón, la implicación y colaboración del sector pesquero es fundamental para la preservación de estas especies tan vulnerables a la actividad humana.
Los pescadores son una pieza esencial en la conservación de las tortugas marinas, convirtiéndose en el primer agente involucrado en el proceso de recuperación de estos animales, ya que son los primeros en detectar la captura incidental y son los encargados de activar el protocolo de rescate.
Una reciente publicación científica reveló que las tortugas marinas capturadas accidentalmente en redes de arrastre podían sufrir de una enfermedad disbárica, muy similar a la sufrida por buceadores al exceder el tiempo de inmersión o ascenso demasiado rápido a la superficie.
Estas enfermedades se desencadenan principalmente por la suma de subir al animal rápidamente hasta la superficie y por el estrés que sufren tras la captura. Esta situación podría causar que las tortugas marinas no pudieran llevar a cabo correctamente la transferencia de gases del torrente sanguíneo, acumulando cantidades de nitrógeno que pondrían en riesgo su supervivencia, además de una posible sobreexpansión pulmonar. Por esta razón, cuando una tortuga marina es capturada por accidente, aunque parezca activa y sin síntomas evidentes, requiere atención veterinaria inmediata para hacer un diagnóstico adecuado y un tratamiento de emergencia si es necesario. De lo contrario, si ha sido afectada internamente y no recibe tratamiento, podría morir después de unas horas o días tras ser devueltas al mar.
Este descubrimiento científico puso en evidencia la necesidad de revisar los protocolos de acción después de una captura accidental de tortugas marinas y trasladar esta información a los pescadores para establecer alianzas y un marco de trabajo conjunto que aumente las posibilidades de supervivencia de estos animales.
Al mismo tiempo, y como punto clave en el tratamiento de esta patología, la Fundación CRAM cuenta con la única cámara hiperbárica de Cataluña diseñada específicamente para el tratamiento de las enfermedades disbáricas en tortugas marinas.
La Fundación CRAM es una entidad privada sin ánimo de lucro destinada a la conservación y recuperación del medio marino y de sus especies amenazadas. Su misión es proteger la biodiversidad marina ante las amenazas globales a través de acciones locales. Las instalaciones del Centro de Rescate de Animales Marinos son las primeras a nivel europeo diseñadas especialmente para el tratamiento de cetáceos, tortugas y aves marinas. Además, el centro permite disponer de capacidad de reacción ante de grandes impactos ambientales que pueda sufrir el medio marino, como epidemias, vertidos de petróleo u otras mareas tóxicas, convirtiéndose en el punto de partida hacia el desarrollo de proyectos y protocolos de actuación para hacer frente a contingencias medioambientales que afecten a la fauna marina amenazada.
Más información: Elsa Jiménez
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