“Las energías renovables son la clave para transformar la sociedad”
El currículum de Marta Pahissa es el de un temprano compromiso con la sostenibilidad. Licenciada en Ciencias Ambientales y directora de la Fundación Tierra desde enero de 2009, esta catalana lleva años en primera línea de diversos proyectos vinculados con las energías renovables y la cooperación internacional.
Pregunta. ¿Qué papel cree que juegan las energías renovables en el ámbito del desarrollo social, económico…?
Respuesta. Son la clave para transformar nuestro mundo y nuestra sociedad. Las energías renovables representan el cambio que queremos ver en nuestro modelo social: descentralizadas, diversificadas, complementarias, limpias, asequibles, con un impacto ambiental casi nulo, independientes, inagotables, sin jerarquías, sin límites... Su mayor virtud es que escapan del control autocrático de unos pocos y permiten la autonomía energética, ya que su distribución geográfica facilita que cualquier ciudadano pueda disponer de energía sin depender de recursos lejanos y finitos, de intermediarios abusivos, de gasoductos ni oleoductos, que tantas desigualdades y problemas geopolíticos provocan.
En España la dependencia energética del exterior es del 82%, y en el caso del petróleo (principal fuente de energía en este país) y sus derivados la dependencia es prácticamente total. El cambio a las renovables es la próxima revolución mundial, es pasar de la dictadura de control de las corporaciones petroleras y nucleares a la democracia energética, con la creación de redes inteligentes con múltiples focos de producción distribuida de energía, segúnlas características del territorio donde se genera y consume esta energía. La energía que buscamos bajo tierra está sobre nuestras cabezas.
P. ¿Y en el futuro del mundo desarrollado y en vías de desarrollo?
R. El futuro del mundo desarrollado es eficiente y con tecnologías de energía renovable, o no es. Cada vez consumimos más energía: al ritmo actual sólo tardaremos 35 años en duplicar el consumo mundial de energía y menos de 55 años en triplicarlo. El camino a seguir es tan evidente que sólo los colosales intereses económicos de una élite son responsables de estar frenando el desarrollo de las renovables. Si aún no están implantadas es por ignorancia técnica y falta de valentía de nuestra clase política, pero también por los falsos mitos que arrastramos los ciudadanos, popularizados con la financiación de las enormes ganancias que consiguen ciertas corporaciones manteniendo el sistema energético actual.
P. Occidente ha logrado su prosperidad gracias a energías muy contaminantes. Ahora exigimos que los países en vías de desarrollo la logren sin emplearlas. ¿Es eso realmente posible? ¿Y justo?
R. Algunos países en vías de desarrollo ya están apostando de forma tímida por las tecnologías de energía renovable, simplemente porque por costes no pueden acceder a las fuentes convencionales, pero también por las malas consecuencias que nos acarrea la dependencia energética de combustibles finitos, contaminantes y localizados en áreas remotas de los centros de consumo. A pesar de ello, mayoritariamente son apuestas simbólicas o que complementan las fuentes fósiles.
Sería crucial que los organismos internacionales dejaran de empujar a estos países a seguir nuestro ejemplo de dependencia de combustibles fósiles y que, viendo la errónea estrategia energética occidental, pudieran saltarse esta fase y desarrollar una infraestructura energética diseñada para sus renovables, con una estructura eficiente y descentralizada con centros de producción cercanaos al lugar de consumo. Replicar el modelo occidental es un error, y los proyectos de transferencia tecnológica entre países, una opor tunidad para ambas partes.
P. ¿La gente es consciente de la importancia de las energías limpias para nuestro futuro?
R. Realmente no. ¿Éramos conscientes de la importancia de Internet antes de su implantación y difusión? No creo que seamos capaces ni de imaginar todas las sinergias transnacionales que se generarían de implantarse otra red, pero esta vez de nodos de generación de energía renovable. Lo que sí podemos prever son las consecuencias inmediatas de un cambio en la producción energética para poner en primera línea las renovables y la eficiencia; y resultan en un escandaloso avance social y tecnológico que eliminaría la pobreza energética y las dificultades de acceso a la energía.
La sociedad se desprendería del yugo de seguir asumiendo el riesgo de las centrales nucleares y de los residuos radiactivos, o de seguir quemando estúpidamente una materia tan valiosa y finita como es el petróleo. Somos muy cor tos de miras derrochando un recurso tan estratégico y con tantas aplicaciones industriales y médicas como el petróleo, y no aprovechar la energía inagotable del viento, del sol, que está a nuestra disposición de forma libre y gratuita. Ni comentar la contaminación atmosfé rica, los vertidos, las guerras, y el gasto humano y económico de nuestros ejércitos en estas regiones de extracción, junto con las injusticias humanitarias perpetradas por regímenes autoritarios por el control geopolítico de los recursos fósiles.
P. ¿Cuáles son las herramientas para alcanzar un futuro renovable y sostenible?
R. Más allá de la sensibilización ambiental, una de las claves es la alfabetización energética de la sociedad. No sabemos nada de energía, en España poca gente diferencia en su factura eléctrica un W de un Wh. Hemos delegado la responsabilidad de la gestión energética a corporaciones privadas que no velan por los intereses de los ciudadanos, sino por los de sus accionistas. Gasoductos, oleoductos, plataformas petroleras, están más que amortizadas, ahora sólo se extraen beneficios de ellas, sin invertir en mantenimiento. Y seguimos subvencionando la producción eléctrica de las centrales nucleares y pagando la importación de combustible a precios cada vez más inestables, financiando a gobiernos criminales en las regiones de extracción. Si fuéramos menos analfabetos en conceptos de energía, la autonomía energética sería el primer punto en cualquier agenda política.
P. ¿Y el principal reto?
R. Es hora de que las campañas ambientales gubernamentales dejen de tratar a los ciudadanos como niños y empezar a sumar y a restar vatios-hora. Ahora la asignatura es la revolución energética. Ninguna revolución transformadora para una sociedad democrática se ha acordado en una cumbre internacional de políticos, ni en un consejo de accionistas; es hora de dejar de delegar, de que los ciudadanos enfoquemos la mirada allí donde nos conviene actuar, hacer oír nuestra voz y tomar las riendas par ticipando activamente por aquello que queremos.
Fuente: Revista EsPosible