Ana Pinedo, conquense de 25 años, licenciada en Ciencias Ambientales en Toledo , no tiene problemas para viajar al extranjero. Participó anteriormente de cooperante en El Salvador y ya disfrutó también de una beca Erasmus. En esta ocasión narra su experiencia en Portugal.
El motivo que la llevó a irse fuera era la idea de crecer profesionalmente que, según la conquense, "se presentó en el momento perfecto, era una oportunidad que no podía dejar pasar, y siendo en el extranjero, sabía que no me iba a arrepentir". Por este motivo, solicitó la beca Leonardo, dentro del Programa Leonardo Avanza promovido por el Ayto. de Cuenca. Pinedo comenta que encuentra muchas diferencias: el tamaño de la ciudad, los precios (como lo barato que es el menú del día), la amplitud de horarios de los supermercados (abren hasta los domingos y fiestas con horario normal), lo cerca que está de la playa... Y sobre lo más parecido, afirma que es "el modo de vida, los horarios de trabajo, ¡el cine de verano!".
Entre las cosas que más le han gustado son "la posibilidad de descubrir nuevos rincones cada fin de semana, nuevos museos, calles, edificios, playas increíbles cerca de Lisboa, las millones de posibilidades de actividades culturales (festivales de música, exposiciones, conferencias, mercadillos, etc. De las visitas que han venido sin tener idea de Lisboa, han quedado muy sorprendidas con lo bonito que es", aunque reconoce que no ha encontrado ninguna calle o rincón que le recuerde a Cuenca, que cree haber tenido esa sensación nunca. Esta conquense cuenta sorprendida que los portugueses sí conocían Castilla-La Mancha o Cuenca: "hubo un taxista que nos contó que había estado por trabajo allí, conocía el Parador. Y otro chico que nos ofreció unas gafas de sol, también había estado en Cuenca entre otras muchas ciudades españolas. Le encantaba la gente española. También hay muchas otras personas que no conocen Cuenca. Eso sí, yo ya he hecho promoción llevando morteruelo y alajú al trabajo".
Sobre comida típica de Lisboa, dice esta ambientóloga que los 'bolos'o bollos de pastelería están "increíblemente ricos". Sus favoritos son los 'travesseiros' de Sintra o los 'pastéis de Belém'. La francesinha, es una comida típica de la zona de Oporto y como bebida destaca la ginjinha, un licor de guindas muy típico. En cuanto a costumbres, cuenta Piendo que tuvo la suerte de estar durante las Fiestas de Lisboa, el que todo Lisboa huela a sardinas y es muy característico; las asan en las calles en cualquier esquina y el logotipo y la decoración oficial son sardinas de colores. Y la tradición de las marchas de San Antonio, en la que cada barrio desfila con canciones y coreografías el 13 de junio. En verano, comenta Pinedo, hay varios festivales de música con artistas muy conocidos internacionalmente. Hay mucha oferta cultural, por ejemplo, se celebra el festival dos Océanos, con música en vivo, espectáculos, museos abiertos por la noche y otras actividades, todo ello entrada libre. De la vida nocturna cuenta que es diferente. "Según la zona, ambientes distintos: Barrio Alto, las Docas, la zona de Casi do Sodré,... pero eso es algo que invito a descubrir a aquellos que todavía no hayan venido".
Sin embargo, al estar lejos de casa, hay cosas que se echan de menos, relata Pinedo que ella, una de esas cosas que echaba de menos era "lo 'llanito' que es Cuenca comparado con esto, y las aceras bien puestas, que aquí están hechas de adoquines de la clase 'come-zapatos'. Esta "Calzada portuguesa" es un empedrado de piedras de dos colores, caliza –blanco- o basalto –negro-, con las que se hacen dibujos en las plazas, calles y avenidas". "Cuando uno está fuera cambian muchos esquemas", afirma la joven conquense. En relación al tema de la inmigración en Lisboa explica que es muy particular. "Portugal al haber tenido un imperio colonial muy amplio, tiene ahora comunidades de orígenes distintos: Brasil, Angola, Mozambique, Cabo Verde, entre muchas otras. Ahora, muchos jóvenes portugueses están emigrando a Francia, Suiza, Reino Unido. Ojalá nadie tuviera que marcharse de su país por necesidad".
Y respecto al sueldo, explica que "al ser una beca es diferente. Aquí el sueldo mínimo es más bajo que en España, por lo que deja al portugués medio con un poder adquisitivo muy reducido". Explica que hace tiempo leyó en el periódico que los portugueses tienen un nivel adquisitivo inferior a Grecia. Están bastante peor, y compañeros de trabajo tienen una visión pesimista, afirman que todavía queda mucho tiempo antes de empezar a mejorar...
El idioma no ha sido un problema para esta conquense, comenta que "después de casi tres meses, el oído sí que se ha acostumbrado al portugués, y ahora mismo yo hablo un elegante "portuñol" que sí que parecen entender. Jejejeje. Pero sobre todo en la zona centro donde hay más turismo la mayoría de comerciantes y camareros pueden hablar sin problemas el español".
De las noticias sobre Cuenca o España explica que se informaba a través de internet, o bien leyendo el periódico digital o viendo el telediario y con las visitas que le hacían.
La joven conquense anima sin lugar a dudas a la gente a salir: "vivir fuera de casa normalmente es una experiencia muy positiva que hace que los horizontes se amplíen, uno mismo se conozca más y se dé cuenta de lo mucho que vale lo que le espera a la vuelta". Aunque, de momento, ella tiene en mente volver y quedarse en España. "Ya tengo el cartel colgado en mi perfil: "Ambientóloga con experiencia en indicadores de sostenibilidad ambiental (Huella Hídrica) y dominio de idiomas (inglés y portugués) interesada en ofertas de empleo".