La Asociación Española de Desalación y Reutilización de Aguas (AEDyR) defiende que la desalación es una práctica sostenible para mitigar el cambio climático y la sequía. Esta ha sido una de las conclusiones de la ponencia que la vicepresidenta de esta asociación, María Carmen García Panadero, ha impartido en la jornada para conmemorar el Día Mundial del Agua que ha organizado la Cátedra Aqualia del Ciclo Integral del Agua de la Universidad de Almería.

AEDyR 

En su conferencia, ‘Del mar al grifo: descubriendo la magia de la desalación entre realidades, desafíos y soluciones’, García Panadero ha repasado la situación de escasez hídrica que se vive en muchas partes del mundo, ha planteado la desalación como una fuente alternativa y segura de suministro de agua, ha explicado las tecnologías más modernas que se utilizan en este proceso, ha hablado sobre la aplicación de esta técnica tanto en España como en el resto del mundo, ha comentado los beneficios que aporta a la agricultura y ha abordado aspectos económicos, energéticos y medioambientales relacionados con ella.

Así, aparte de explicar que la desalación es una práctica sostenible para mitigar el cambio climático y la sequía, “porque reduce los déficits hídricos históricos, optimiza el uso del agua y fortalece la seguridad hídrica a largo plazo”, ha asegurado que, gracias a la moderna tecnología de ósmosis inversa, el agua desalada cumple con los estándares de calidad del agua potable y no tiene sabor salado. A lo que ha añadido que su coste es asequible y esencial, “pues la falta de acceso al recurso es aún más costosa”. En este punto, ha explicado que actualmente el coste del metro cúbico de agua desalada (es decir, mil litros) está entre los 0,6 y 0,8 euros, “nada que ver con los 3-4 euros de las décadas de los 60 y los 70”.

En esa disminución del precio ha influido la reducción del consumo energético de las actuales plantas desaladoras, según la ponente, que también ha argumentado que la desalinización requiere una cantidad mínima de energía en comparación con la cantidad de agua producida y las personas beneficiadas. “Hoy en día, el consumo energético de una planta moderna de ósmosis inversa es aproximadamente de 3 a 3,5 kWh/m3, e incluso hay plantas con consumos inferiores a 2,8 kWh/m3, mientras que las primeras plantas de evaporación consumían alrededor de 50 kWh/m3”, ha apuntado.

Sobre otro aspecto recurrente cuando se aborda la desalación, como es su impacto ambiental, ha señalado que, actualmente, “es insignificante, como demuestran estudios científicos”. En este sentido, ha explicado que el concentrado resultante de la desalación, más conocido como salmuera, no es tóxico y que con las tecnologías actuales su vertido al mar se realiza de forma sostenible y está controlado por los planes de vigilancia ambiental que deben tener todas las plantas.

Por otra parte, la vicepresidenta de AEDyR ha abordado la utilización del agua desalada en la agricultura, “un 21% del total que se produce, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, más del 60% en la Demarcación Hidrográfica del Segura y casi el 100% de la obtenida en las plantas de Torrevieja y Águilas”. Ha opinado que es un “éxito” su uso en la actividad, “pues está demostrado que es un recurso sostenible y rentable para ella”.

Asimismo, ha resumido que la desalación es una solución complementaria y valiosa ante la sequía que aprovecha una fuente de agua inagotable, “como son los océanos”. Y ha subrayado que las inversiones en desaladoras son comparables a las que se hacen en otras instalaciones industriales y que generan beneficios económicos a las comunidades locales.

 

Fuente: AEDyR

 
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