Las partículas suspendidas en la atmósfera centraron la última sesión del ciclo ‘Espacio de Conocimiento Abierto’ de la Escuela Politécnica Superior del Campus de Huesca. Jorge Pey, integrante de la sección aragonesa del Instituto Geológico-Minero estatal, impartió la conferencia sobre la composición y el origen de estas partículas y los efectos que tienen para la calidad del aire o para el entorno, fruto del proyecto de investigación DonAire, en el que participan estudiantes de Ciencias Ambientales del Campus oscense.
En su intervención, el investigador jacetano Jorge Pey revisó los aspectos básicos sobre estas partículas, conocidas como aerosoles atmosféricos, y explicó algunos aspectos de la investigación que realiza en este campo en diversos puntos de Aragón (y del Alto Aragón), Nafarroa, Catalunya y Balears. María Eugenia Marqués, profesora de esta escuela oscense de la Universidad de Zaragoza, presentó el acto, abierto al público.
Las partículas atmosféricas, explica Pey, aunque invisibles, pueden llegar a ser muy numerosas y, en ocasiones, pueden permanecer en el aire hasta varias semanas. La cantidad en que están presentes viene condicionada por factores naturales o no naturales. Entre los primeros están los volcanes, o, en nuestro entorno, el transporte por el viento de materiales geológicos del Sahara, o tormentas de polvo de origen más cercano, como la sucedida en 2007 en Monegros y otros puntos del valle del Ebro –cuya creación pueden favorecer la sequía o el momento en que se encuentra el suelo tras algunas labores agrícolas–. También las emisiones de vehículos, calefacciones o industrias, o los incendios, inciden en ello.
Desde la entrada en la atmósfera hasta la salida de ésta, continúa, estas partículas interactúan con el entorno y condicionan ciertas actividades humanas. Las que por su tamaño se consideran “respirables” pueden tener efectos negativos en la salud de las personas, especialmente en las que están en una situación más vulnerable por enfermedades como el asma o por razones de edad. Dolencias respiratorias, cardiovasculares y, en algunos casos, neurodegenerativas pueden verse favorecidas por estos elementos que, en el caso de los más pequeños, pueden pasar al sistema circulatorio.
Los aerosoles atmosféricos también modulan el clima, por ejemplo, reflejando o captando la radiación solar, según el color de las partículas, y provocando el consiguiente enfriamiento o calentamiento de aire; o favoreciendo la condensación sobre ellas y la formación de nubes. Con ello, añade el investigador jacetano, influyen “en mayor o menor medida” en los ecosistemas.
Jorge Pey coordina el proyecto de investigación DonAire, sobre la caracterización geoquímica, magnética y mineralógica de las deposiciones atmosféricas en el Noreste español. El estudio, se realiza en doce localizaciones distintas, mayoritariamente situadas en observatorios permanentes del control de la calidad del aire, que incluyen desde puntos con un impacto humano más limitado, como el valle de Ordesa, hasta grandes núcleos urbanos como Zaragoza, Barcelona o Palma de Mallorca, o la localidad industrial de Monzón. También se trabaja sobre enclaves con ambientes específicos como el entorno de un parque eólico en Almudévar, o explotaciones agrícolas de regadío en las Cinco Villas.
Junto a investigadores del Instituto Geológico Minero, colaboran con esta iniciativa integrantes de otras instituciones públicas, entre los que están miembros del CSIC, de la Universidad de las Islas Balears, o estudiantes de Ciencias Ambientales del Campus oscense, que realizan sus proyectos de graduación o prácticas formativas en él. También colaboran los gobiernos autonómicos de las cuatro comunidades y entidades como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Fuente: modificado de AraInfo.