¿Sabes qué es la huella alimentaria? La huella alimentaria sería la superficie necesaria de planeta que hace falta para producir los alimentos que consumimos y además asimilar las emisiones que se generan durante sus distintas fases:
Producción. Da origen al producto (agricultura, ganadería y pesca).
Industrialización. Procesado de los alimentos hasta el envasado.
Comercialización. Incluye el almacenamiento, la distribución, el transporte y la venta.
Consumo. Nos comemos lo que compramos ¿todo lo que compramos?
Disposición final. Donde acaban los alimentos que compramos, o lo que queda de ellos.
“Cada año, el volumen de alimentos que producimos pero que no consumimos consume un volumen de agua equivalente al caudal anual del río Volga y añaden 3,300 millones de toneladas de gases invernadero a la atmósfera.” FAO (Food and Agriculture Organization)
Pensando un poco en todo lo que conlleva un proceso tan complejo y con tantas etapas podemos imaginar que producir los alimentos que requieren más de 7.500 millones de personas producirá una Huella Alimentaria enorme, y es cierto. Pero el problema no acaba aquí ¿y si te decimos que un tercio de lo que producimos acaba en la basura? Sí, una cifra de aproximadamente 1.300 millones de toneladas de comida acaban en los vertederos sin haber sido aprovechadas de ninguna manera, esto se debe a pérdidas en las cosechas, frutas y verduras desechadas porque no son lo suficientemente atractivas, pérdidas por interrupción de la cadena de frío, compras excesivas y no planificadas y un largo etcétera. Pareciera que nos sobra la comida, sin embargo una de cada nueve personas en la Tierra no dispone de los suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa.
Son datos aterradores, a quién vamos a engañar, pero podemos aportar no un granito, sino puñados de arena para contribuir poco a poco a que esta situación de insostenibilidad medioambiental y social cambie. Estos son 7 sencillos consejos para reducir tu huella alimentaria sin hacer grandes esfuerzos:
Planificar los menús semanales. Tener una organización de qué vamos a comer durante la semana es una muy buena manera de saber qué comprar y no hacerlo en exceso ¡Nuestro planeta y tu bolsillo lo agradecerán!
Planificar las compras de acuerdo a los menús. Si compras cosas que se salen de los menús que tenías pensados probablemente no las necesites, lo que supone un incremento de la factura y de la Huella Alimentaria fácilmente evitable.
Comprar alimentos sueltos para evitar envases innecesarios. La generación de residuos no biodegradables que supone comprar alimentos envasados aumenta cada día más y, como muchas otras cosas dañinas, se pueden evitar o al menos reducir. En el caso de los alimentos puedes conseguirlo comprando en verdulerías, carnicerías, pescaderías y demás negocios tradicionales. De esta manera estarás echando un capote a tu planeta y a tu vecino el frutero.
Comprar frutas y verduras de temporada. Como hemos mencionado antes la producción de alimentos es muy costosa en cuanto a recursos medioambientales. Por lo que para poder acceder a frutas y verduras fuera de temporada habrá sido necesario consumir mucho agua cuando escasea o traer dichos alimentos de la otra parte del mundo, lo que produce un consumo de combustibles fósiles y unas emisiones de contaminantes estratosféricas.
Consumir primero lo que antes vaya a caducar. Parece bastante lógico ¿no? No dejes para el último momento lo que se ponga malo con mayor facilidad, de esta manera es mucho más fácil no desaprovechar ni una migaja de lo que compramos.
¿Te vas a comer eso flacucho? ¡No tires las sobras! Vuelve a utilizar las sobras en nuevas elaboraciones o dona lo que no te vayas a comer.
Reducir o eliminar los productos de origen animal en la dieta. Aproximadamente producir un kilo de carne de ternera requiere 16.000 litros de agua, incluyendo la necesaria para producir los piensos para alimentar al ganado. Es decir, cuantos más productos de origen animal consumamos mayor será nuestra huella alimentaria. Además de contribuir a un mundo más sostenible nuestra salud también agradecerá que minimicemos este tipo de alimentos.
Como hemos visto la alimentación es un tema crucial no solo a nivel fisiológico y placentero (a todos/as nos gusta comer), sino que acarrea unas consecuencias sociales y ambientales tremendas. Afortunadamente, todos y todas podemos contribuir a hacer un mundo mejor, más saludable, más sostenible y, sobre todo, más justo haciendo algunos cambios en nuestra vida, en este caso, en nuestra relación con los alimentos y la huella ambiental.
Por Álvaro Durango Herrera, Grado en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma de Madrid, para Fundación Vida Sostenible.