Uno de los problemas que afecta al medio ambiente es el aumento de las temperaturas y la consecuencia directa es la acentuación de la desertificación. El 17 de Junio se celebra el Día Mundial de la lucha contra la desertificación y la sequía que pone de manifiesto la importancia de la conservación del suelo y los beneficios que genera un suelo saludable. Fue en el año 1992 en la Cumbre de la Tierra cuando por primera vez se manifestó la importancia de la desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Dos años después en diciembre de 1994 firmaron 195 estados miembros la Convención para Combatir la Desertificación con el objetivo de disminuir los efectos de la sequía y restaurar la riqueza y la productividad del suelo.
La Convención invita a todos los países y las organizaciones internacionales, no gubernamentales y la sociedad, a concienciar sobre la tierra y educar a la población mediante la enseñanza de métodos para anular la degradación del suelo a través de publicaciones, documentales, conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones que reflejen las acciones que se están llevando a cabo gracias a la cooperación internacional para combatir la desertificación y los efectos de la sequía.
La desertificación tiene dos orígenes, la acción inadecuada del ser humano agravada por la aridez natural del territorio. En España dos tercios del territorio se encuentra afectado por la desertificación. Se está llevando a cabo un Programa de Acción Nacional y el Proyecto de Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo (Proyecto LUCDEME) para luchar contra este fenómeno, desde que se comenzó a actuar hay más de 5 millones de hectáreas repobladas para disminuir la degradación. Cuando la pérdida de humedad del suelo es superior al agua de lluvia que cae, se fomenta la desertificación.
La desertificación también tiene relación con la pérdida de biodiversidad y contribuye al cambio climático a través de la pérdida de la capacidad para fijar carbono y el aumento de la radiación que la superficie refleja al incidir sobre ella la luz solar, en las superficies claras se refleja más que en las oscuras.
En la imagen de España podemos observar como la mayor parte del país posee un riesgo de desertificación medio-bajo. En la zona del cantábrico y los pirineos el riesgo de desertificación es muy bajo debido a las abundantes lluvias mientras que en el sureste de la península y Canarias es donde hay mayor riesgo de desertificación fomentado por unas altas temperaturas y pocas lluvias.
Para frenar esta degradación del suelo podemos reforestar con especies autóctonas, zonas que han quedado sin vegetación, reutilizar el agua de las depuradoras para el riego de los cultivos, almacenar el agua de lluvia para su posterior reutilización, desalinizar agua para poder cubrir picos de demanda de agua potable en verano, utilizar especies de árboles para frenar la degradación de la cubierta vegetal, vallar las dunas para que no avancen a tierras aprovechables, fertilizar los suelos fomentando la regeneración de la cubierta vegetal, realizar poda selectiva de especies que no sean autóctonas y utilizar los restos de poda como abono.
Fuente: Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, 17 de junio, ONU.