Galápagos tendrá más kilómetros de reserva marina y más recursos para proteger a las especies que migran cada año hacia el norte atravesando las islas ecuatorianas. El plan de acción de Ecuador en el marco de la lucha contra el cambio climático lo presentó el presidente Guillermo Lasso en la apertura de la COP26 y combina una extensión de hasta 60.000 kilómetros cuadrados de la zona protegida contra la pesca con una llamada a recabar dinero, a través de un canje de deuda, para financiar permanentemente proyectos medioambientales en el archipiélago, que es la joya de la corona del país latinoamericano.
De 133.000 kilómetros de reserva marina, la zona protegida de Galápagos pasará a ser de 193.000 kilómetros cuadrados. Hay un corredor, situado al norte de las islas, que se expandirá y que perfilará una “migrovía” que pasa por encima la cordillera oceánica de Los Cocos protegiendo la ruta anual que recorren especies como tiburones, ballenas, lobos marinos, tortugas o mantarrayas hacia Costa Rica. La idea es, según el presidente Lasso, trabajar con ese país, con Colombia y con Panamá para crear una franja de tránsito seguro para la vida marina y crear un laboratorio viviente en ese corredor para las investigaciones científicas.
Esa nueva zona de reserva tiene 30.000 kilómetros cuadrados y está dentro de la zona económica exclusiva ecuatoriana. Desde el momento en que Lasso firme el decreto presidencial anunciado será de no producción pesquera. Y el otro espacio de 30.000 kilómetros al que se expande la reserva de Galápagos se ubica al noreste justo a continuación de la reserva marina ya existente. Esa zona será de no palangre, es decir, estará prohibida la pesca con esta técnica pasiva que usa líneas de anzuelo bajo el agua para pescar pez espada o atún y que también provoca capturas accidentales de otras especies grandes.
Este proyecto trastoca los espacios de pesca artesanal e industrial del gremio pesquero de Ecuador, pero según las autoridades, se ha llegado a un acuerdo después de cinco meses de diálogo. “Lo más importante de este anuncio es que todos están de acuerdo”, asegura el ministro de Ambiente, Gustavo Manrique, en entrevista telefónica para EL PAÍS desde Glasgow. Eso incluye, dice, al sector de la pesca de Ecuador que tiene la flota más numerosa del Pacífico y a los conservacionistas. “Han entendido el beneficio de proteger esa ruta. Si por ahí transitan las ballenas, los tiburones, las tortugas y todas las especies de forma segura, habrá un efecto rebose y se irán para esas zonas a reproducirse”, relata Manrique.
Por otro lado, obtendrán beneficios económicos para compra de radares, sistemas de monitoreo, artes de pesca y otros insumos para su actividad —sobre todo, para el ramo artesanal de pesca— del mecanismo de canje de deuda que propone Ecuador para financiar el proyecto. Según el ministro y el anuncio del presidente, todas las partes están de acuerdo en que deben confluir dos objetivos, el de la protección de la biodiversidad y el de la producción pesquera sostenible.
Ocho meses atrás, aún con Lenín Moreno como presidente de Ecuador, el gremio mostró su preocupación por una idea similar de ampliar la reserva a cambio de canje de deuda que, según reclamaron entonces, dejaría un hueco millonario en el negocio pesquero pero también en la industria manufacturera. Aquel proyecto nunca cristalizó pero el anuncio de Lasso comparte con él la fórmula de obtener recursos a través del canje de deuda.
El mandatario ecuatoriano espera que esta acción “decidida” para proteger la flora y la fauna marina venga aparejada de un apoyo financiero de entes interesados en la conservación de la biodiversidad marina. En la rueda de prensa en Glasgow no se especificaron detalles de cómo operará esta figura del canje de deuda de Ecuador, pero Lasso declaró que se estima atraer “el monto más grande de canje que se haya realizado hasta el momento en el mundo”.
El ministro de Ambiente resume a EL PAÍS cómo funciona el mecanismo del canje de deuda pero no da una cifra, por respeto a las conversaciones ya iniciadas con organismos interesados. “Belice y Seychelles ya han hecho operaciones de este tipo; en nuestro caso es un monto sustancialmente superior”, da pistas Gustavo Manrique sobre la operación swap de deuda (acuerdo de intercambio financiero).
Ecuador cambiará bonos de su deuda externa por blue bonds, esto es, por otro tipo de bonos que, al relacionarse con la conservación de los océanos, tienen unas mejores condiciones de intereses y plazos. Es, en palabras llanas, como una renegociación donde el nuevo acreedor compra bonos de deuda con condiciones más baratas para Ecuador y cede ese beneficio al país siempre que este destine los recursos a la conservación. “Es un mercado financiero con mejores condiciones”, aclara. Esas ventajas se pondrán, especificó el presidente Lasso, en un fideicomiso.
“La idea es construir una institucionalidad financiera que permita al ministerio de Ambiente contar con recursos a perpetuidad con un solo objetivo: preservar estas reservas”, añadió el jefe de Estado. Ese dinero irá al Parque Nacional Galápagos y permitirá, entre otras aspiraciones, resolver problemas de infraestructura básica, como agua potable y alcantarillado, en las principales islas habitadas.
Fuente: El País