La Comisión de Cambio Climático del Congreso aprobó la semana pasada por unanimidad una propuesta de Ciudadanos que insta al Gobierno a prohibir el uso, comercialización, importación y exportación de bolsas de plástico no biodegradable o de un solo uso desde el 1 de enero de 2017. Además, el texto acordado aboga por limitar el uso de las bolsas de plástico etiquetadas como "oxobiodegradables" u "oxodegradables", que suelen incorporar aditivos a los plásticos convencionales, así como evitar su etiquetado como "biodegradables", para no inducir a errores.
Han acordado también establecer la obligación que los platos, vasos, tazas y cubiertos de plástico, así como los bastoncillos de algodón, tengan que estar fabricados en un 50% con sustancias biodegradables procedentes de materias orgánicas, como el almidón o la fécula de patata, desde el 1 de enero del 2018. Ese porcentaje debe elevarse al 60 % a partir del 1 de enero de 2020.
José Luis Martínez, el diputado que ha defendido la propuesta, ha recordado que el plástico tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente, hasta 1.000 años en algunos tipos. "Utilizar masivamente un material tan duradero para objetos desechables es un error de consecuencias catastróficas a nivel global", ha indicado Martínez.
Medidas similares ya se han tomado en otros países de la UE como, por ejemplo, Francia e Italia. En Francia, conforme a su Ley sobre la Transición Energética Verde, entró en vigor, el 1 de julio de este año, la prohibición del uso de bolsas de plástico de un solo uso de 50 micras y menos de 10 litros de capacidad. En una segunda etapa, que se iniciará a partir del 1 de enero de 2017, se prohibirá las bolsas que se usan para frutas, verduras y queso, de las que se ha estimado que se consumen en Francia unos 12 billones al año. Con la nueva ley, en Francia solo se permiten las bolsas de papel, las de plástico siempre que tengan más de 50 micras de grosor, las que son reutilizables y las fabricadas con bioplásticos derivados de productos vegetales como el maíz o el aceite de soja.
Fuente: Fundación para la economía circular.