Con motivo del 5º Aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) lanzados por Naciones Unidas, Forética publica su informe anual enfocado en ‘El momento de la transformación necesaria – Agenda 2030 como guía para la recuperación global’, en el que abordar el nivel de impacto de la COVID-19 en cada meta definida en los 17 ODS y analiza cómo esta crisis, en el caso concreto de España, ha acrecentado ciertas brechas y ha generado nuevos retos.

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En el inicio de la llamada ‘Década de la Acción’, la pandemia ha puesto al mundo ante una crisis sin precedentes que supone un shock sanitario, económico, social y político que evidencia la conexión perfecta de todos los retos que representan los ODS y la vulnerabilidad del sistema, como un castillo de naipes que pierde su equilibrio”, analiza Germán Granda, Director General de Forética.

Las estimaciones actuales muestran que COVID-19 ha tenido un impacto muy negativo en casi todos los ODS -y en todas las regiones del mundo, incluidos los países con mayores índices de desarrollo-. Esta crisis puede dar lugar a que decenas de millones de personas se encuentren en una situación de pobreza extrema y hambre. Ante este contexto, sí se ha manifestado una respuesta positiva por parte de los mercados, que han reaccionado con un boom en emisiones de bonos sociales -que habían quedado rezagados frente a bonos verdes-, pero que la pandemia ha hecho que vuelvan con fuerza”.

De este modo, el 29% de los ODS se habrían visto impactados muy negativamente por la crisis COVID-19, entre ellos el ODS 1 –fin de la pobreza-, el ODS 2 –hambre cero- y el ODS 10 –reducción de desigualdades-. “Esta realidad es un revés muy significativo, que puede dar lugar a un retroceso en la erradicación de la extrema pobreza, que podría incrementarse por primera vez en 20 años”, añade Germán Granda.

El 47% de los ODS podrían verse impactados negativamente, como el ODS 4 –educación de calidad- o el ODS 5 –igualdad de género-. Finalmente, todavía hay algunos ODS para los que el efecto de esta crisis no está tan claro, sobre todo aquellos vinculados con la sostenibilidad ambiental, como el ODS 12 –producción y consumo responsable- o el ODS 13, de acción climática. Según Naciones Unidas, las emisiones globales de CO2 podrían reducirse un 6% durante la pandemia, aunque las concentraciones de dióxido de carbono alcanzaron un nivel nunca visto para la temporada en mayo, que a su vez fue el más cálido de la historia, según la Organización Meteorológica Mundial.

Así, la leve reducción de la huella ambiental, en general, ha sido más un efecto por omisión que por acción, ya que la reducción de las emisiones, la contaminación del aire, el consumo, o el impacto en los ecosistemas se ha reducido por la caída de la actividad económica, y no por un cambio de paradigma en nuestro modelo de crecimiento.

Es esencial que se protejan los éxitos alcanzados hasta hoy y que se apueste por una recuperación transformadora, que reduzca el riesgo e incremente la resiliencia ante futuras crisis, buscando un desarrollo inclusivo que proteja y conserve el medio ambiente”, concluye Germán Granda.

España en el horizonte 2030

Según el ‘Sustainable Development Report 2020’, España se sitúa en el puesto nº 22 entre los 166 países que recoge el índice global de desarrollo sostenible. Con una puntuación de 78.1 sobre 100, se posiciona por encima de la media de los países de la OCDE. La radiografía del estado de los ODS en España, con indicadores anteriores a la crisis COVID-19, ofrece avances positivos en los ODS 3 de salud y bienestar, ODS 6 agua limpia y saneamiento, ODS 8 trabajo decente y ODS 16 de Paz Justicia e Instituciones Sólidas.

En cambio, encontramos que todavía existen importantes retos para lograr la consecución de todos los objetivos y que, de acuerdo con las tendencias actuales, no será posibles alcanzarlos en 2030, unas conclusiones que ya se advertían en informes de años anteriores.

Destacan particularmente los malos resultados del ODS 2 –hambre cero- debido, entre otros factores, a los elevados niveles de obesidad que persisten entre la población española y al aumento de las desigualdades socio-económicas o del ODS 13 –acción climática-, donde los indicadores recopilados muestran que se necesitan mayores esfuerzos en cuanto a la reducción de las emisiones de CO2 y la protección de la biodiversidad.

Estos retos son un claro reflejo de las macrotendencias que presenta la realidad de España. Es muy significativo el caso de la emergencia climática ya que como presenta el informe ‘Macrotendencias & Disrupciones 2020-2030’ de Forética, España es un país muy vulnerable al cambio climático y a sus implicaciones socio-económicas. De hecho, es uno de los países más vulnerables al estrés hídrico por su situación geográfica. Además, hay sectores económicos, como el agroalimentario o el turístico, con un especial riesgo por el aumento continuado de las temperaturas (ODS 13, ODS 14). Por otro lado, encontramos factores como la brecha entre el mundo rural y el urbano o la precariedad del mercado laboral que profundizan desigualdades ya existentes y que enfatizan esas macrotendencias (ODS 8, ODS 10).

Este contexto no hará más que agravarse, si consideramos el avance de la evolución de la economía, que ha sufrido una caída de un 22,1% en el segundo trimestre del año según muestran los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Ambición y compromiso de las empresas españolas

En los últimos años ha tenido lugar un incremento del compromiso de las empresas españolas con las Agenda 2030 y sus 17 objetivos. Cada vez más, empresas de todos los sectores alinean sus estrategias de sostenibilidad con los ODS y están interesadas por conocer y medir su impacto y contribución a los diferentes objetivos.

Un hito clave que ha favorecido la penetración en la Agenda 2030 en el sector empresarial español ha sido la entrada en vigor de la Ley 11/2018 de Información no Financiera y Diversidad. Esto se debe a que los ODS es uno de los marcos de reporte en los que las empresas obligadas a reportar según esta Ley pueden basarse. Por otro lado, las múltiples iniciativas impulsadas bajo el paraguas del Pacto Verde Europeo auguran un impulso decisivo para que las empresas contribuyan en mayor medida a lograr los ODS. El objetivo de hacer de la Unión Europea el primer continente climáticamente neutro requiere, sin duda, un compromiso por parte de las empresas todavía mayor con la sostenibilidad.

 
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