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Desde 2001 el turismo rural ha multiplicado su oferta por tres, batiendo el pasado agosto un récord con 15.991 alojamientos abiertos. Se han creado cerca de 13.000 empleos y en verano se superó la barrera de los 400.000 viajeros. A pesar de estas luces, la falta de vocación empresarial, la fragmentación y la disparidad normativa se situan como los grandes males del turismo rural, sumiendo al sector en una crisis de índole estructural.

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Uno de los lastres que arrastra el sector es la falta de un planteamiento estrictamente empresarial y con muchas carencias profesionales a la hora de montar uno de estos negocios, según el Observatorio del Turismo Rural, un proyecto de investigación que lidera Escapadarural.com junto con la Escuela Universitaria Cett-UB y Netquest. "Siete de cada diez propietarios de casas rurales combinan su dedicación al establecimiento con otra actividad laboral y casi un cuarto de ellos puso en marcha dicho establecimiento pensando en obtener una fuente de ingresos extra", explica Ana Alonso, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Escapadarural.com.

El Plan Integral de Turismo Rural 2014, elaborado por el Instituto de Turismo de España, señala como otra de las debilidades la fragmentación: oferta muy atomizada y heterogénea, un difícil acceso para el turismo exterior de algunas localizaciones, la exigencia de estándares de calidad que faciliten su comercialización en mercados internacionales y la diversidad de plataformas distribuidoras y la dificultad para acceder a la comercialización global.

 

Falta autocrítica en el sector

Según los datos del Observatorio del Turismo Rural, para los propietarios su principal preocupación es el exceso de alojamientos, la ilegalidad y la falta de promoción en mercados extranjeros; mientras que la escasa profesionalidad, la falta de familiaridad con las nuevas tecnologías y el bajo conocimiento de idiomas aparecen en las últimas posiciones.

Alonso expresa su opinión sobre esto: "Siempre es fundamental que la oferta sintonice con las necesidades de la demanda pero esta encuesta a los propietarios revela la falta de espíritu autocrítico y hay muchas evidencias que lo ponen de manifiesto: aunque la Administración emplee muchos recursos en la atracción de clientes extranjeros, una vez estos llegan al alojamiento apenas podrán comunicarse, ya que sus anfitriones no hablan inglés –según un estudio de Escapadarural.com, sólo cuatro comunidades autónomas (Baleares, Cataluña, Canarias y Madrid) pueden atender en inglés en más de la mitad de sus alojamientos rurales–".

Otro de los males que hace que el sector no despegue es que "Durante mucho tiempo se han utilizado, bien y mal, las subvenciones europeas Leard y Proder para poner en marcha este tipo de negocios. Sin embargo, creo que el problema no residiría tanto en las propias subvenciones sino en la necesidad de que estos recursos hayan servido para arrancar negocios con voluntad real de crecer y ser competitivos. Desde nuestro punto de vista sólo podemos insistir en que, más allá de la corrección o no en los sistemas para asignarse estas subvenciones, lo importante es el uso responsable que se hace de ellas".

La disparidad normativa, como uno de los grandes males del turismo ruralpreocupa en el sector. "En materia turística, cada comunidad autónoma tiene su propia regulación y eso perjudica a menudo al conjunto. Para empezar, y también según datos del Observatorio del Turismo Rural, la existencia de alojamientos ilegales se considera el segundo problema más grave por los propios empresarios (el 39,3 %). Es una cuestión que requiere de soluciones consensuadas y homogéneas, que además se adapten a la realidad del mercado. Sabemos que en muchos casos la dificultad reside en los trámites burocráticos para poner en marcha un negocio, si bien ello no exime del daño que producen aquellos que realmente no tienen ningún interés en regularse", concluye Alonso.

 

Fuente: elEconomista.es

 

 
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