Una gestión adecuada de los recursos pesqueros es clave para preservar la biodiversidad de nuestros océanos y ríos, así como para asegurar la disponibilidad de estos recursos naturales para las generaciones futuras. Para lograr dichos objetivos mediante el apoyo a través de proyectos de investigación relacionados con la pesca, la Agencia Estatal de Investigación (AEI), dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICIU), ha invertido 18,9 millones de euros en 113 proyectos de investigación a lo largo de los últimos seis años.
Con motivo de la celebración hoy, 21 de noviembre, del Día Mundial de la Pesca, la AEI ha querido destacar su apuesta por “investigaciones estrechamente ligadas a las actividades pesqueras con el objetivo de generar conocimientos científicos que promuevan prácticas cada vez más responsables y sostenibles en este sector”, como destaca Asunción de los Ríos, presidenta del área de Ciencias y Tecnología Medioambientales (CTM) de la AEI.
Cada 21 de noviembre se celebra el Día de la Pesca en homenaje a las comunidades pesqueras de todo el mundo, así como para destacar la importancia de la actividad pesquera para la vida humana, fomentando una pesca sustentable, sostenible y ecosistemas marinos saludables. Esta efeméride fue creada en 1998 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para apoyar la pesca sostenible como elemento clave para el logro de los Objetivos Mundiales.
Para fomentar dichos objetivos, De los Ríos explica que “la AEI financia proyectos en el área de Ciencias y Tecnologías Medioambientales que se vinculan al sector pesquero y abarcan una amplia gama de temas. Estos incluyen estudios para caracterizar la biodiversidad en ecosistemas marinos y de agua dulce, mejorar la identificación y el seguimiento de especies clave o amenazadas y analizar la respuesta de estos ecosistemas al cambio global. Además, se apoyan investigaciones que identifican y cuantifican específicamente los efectos de la pesca en estos ecosistemas marinos y de agua dulce. También se promueven proyectos orientados a mejorar la gestión, conservación y restauración de hábitats marinos, costeros y acuáticos afectados por la actividad humana o el cambio climático; factores que pueden impactar en los recursos pesqueros”.
El proyecto GENiFISH (‘Genómica aplicada a la gestión pesquera’) es un ejemplo de las líneas de investigación en materia de pesca por las que la Agencia Estatal de Investigación ha apostado desde 2019. GENiFISH, que está coordinado por Francisco Saborido-Rey, del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de Vigo, tiene como objetivo principal el desarrollo de herramientas genéticas innovadoras que permitan gestionar de forma más sostenible los recursos pesqueros. Integra técnicas emergentes con el fin de abordar los desafíos clave que enfrenta el asesoramiento científico para la preservación de las poblaciones y la actividad pesquera en un escenario oceánico cambiante debido al cambio climático.
“El aumento de las temperaturas está causando desplazamientos de las poblaciones de peces, favorecidos por la ausencia de barreras en el medio marino, que provocan alteraciones importantes en sus dinámicas y en los ecosistemas. Pero hay especies o poblaciones que no pueden desplazarse y que se ven sometidas a importantes presiones climáticas que se unen a la presión pesquera. En estas situaciones, si los organismos no son capaces de adaptarse a las nuevas condiciones, se verán abocados a desaparecer o a disminuir en abundancia, lo que también perjudicará a la pesca. GENiFISH está generando herramientas para la toma de decisiones que permitirán optimizar la gestión de los stocks pesqueros y detectar cambios en las poblaciones que, de no considerarse, podrían impactar negativamente en su explotación”, explica Saborido-Rey.
Los resultados de este proyecto serán potencialmente instrumentales para el sector pesquero, ya que permitirán mejorar las estimaciones poblacionales, disminuyendo la incertidumbre y proporcionando recomendaciones científicas más precisas de las cuotas que garanticen la pesca a los máximos niveles sostenibles.
Asturias es la región más envejecida del noroeste peninsular en España, donde los caladeros han favorecido el asentamiento histórico de un gran número de comunidades costeras. Estas comunidades rurales, que son el entorno natural del sector primario, están amenazadas por el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos pesqueros. En este contexto, el equipo de investigación que dirige Yaisel Juan Borrell, catedrático de Genética de la Universidad de Oviedo, ECOS(i)Food se planteó, desde un enfoque multidisciplinar, avanzar hacia una explotación sostenible de los recursos pesqueros en Asturias que garantice la supervivencia de las comunidades pesqueras tradicionales de la región.
El investigador principal avanza que “el proyecto ECOS(i)Food ha implementado una adaptación de los modelos de agotamiento generalizado que permite la construcción de un modelo dinámico para evaluar el estado del stock de pulpo explotado bajo la ecoetiqueta MSC desde 2016. Se ha desarrollado además una nueva metodología para realizar evaluaciones de stock a partir de datos de ventas, que se ha aplicado al caso de la lubina, el percebe, la ortiguilla, la angula y el centollo”.
Para Borrell, “ECOS(i)Food ha contribuido a incorporar la ‘sostenibilidad’ en las agendas educativas, públicas y de funcionamiento administrativo de la región. Las acciones realizadas a través de medios de divulgación masiva tradicionales y nuevas tecnologías, festivales, colegios, charlas y cursos, así como el volcado de datos científicos, y sus implicaciones, a la red de gestión pesquera de Asturias (REDEPESCA) han tenido un impacto muy positivo en la región que debe seguir impulsándose a corto, medio y largo plazo”.
“Para obtener una visión más completa del funcionamiento de los ecosistemas marinos, y de los impactos que tienen los humanos sobre ellos, debemos adoptar una visión multidisciplinaria del océano como sistema socioecológico. Esto requiere análisis integrados y enfoques de modelización potentes para obtener representaciones digitales de los océanos. A pesar del desarrollo sin precedentes de los modelos de sistemas terrestres (ESMs) y modelos de ecosistemas marinos (MEM), las herramientas disponibles están limitadas por su capacidad para evaluar los impactos acumulados del cambio global en los ecosistemas marinos a lo largo del tiempo y el espacio”. Así explican Marta Coll, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, y José María Bellido, del Centro Oceanográfico de Murcia (IEO-CSIC), la situación que motivó la puesta en marcha de su proyecto ProOceans, con el que han avanzado en las capacidades de los MEM de última generación.
Gracias a ProOceans han logrado “mejorar los mecanismos internos en EcoOcean, un modelo global del ecosistema marino, para proyectar la distribución de especies y cambios en el ecosistema marino posibilitando incluir cómo las especies pueden adaptarse a las condiciones cambiantes locales y mejorar la modelización de cómo se dispersan e invaden nuevas áreas; también hemos podido ampliar la herramienta para añadir cambios en los niveles del oxígeno en el océano, la extensión del hielo marino y los gradientes de salinidad, complementando su capacidad actual de considerar la temperatura del agua y la producción primaria. Y, además, hemos incluido en EcoOcean los impactos negativos acumulados de la pesca, la degradación costera debido a la eutrofización y la pérdida de hábitat debida a la explotación de recursos minerales de aguas profundas y la extracción de energía. Una vez que la herramienta de modelización haya sido mejorada, se utilizará para testar escenarios de gestión alternativos que incluyan la protección, la mitigación y la adaptación socioeconómica al cambio global”.
Fuente: Agencia Estatal de Investigación (AEI)