opinion_medio_ambienteCuando se habla de consumo ecológico o responsable, compras verdes o sostenibles, etc se hace una distinción radical entre calidad, precio y criterios ambientales, pues un producto de buena calidad y a un precio razonable no garantiza que sea ambientalmente amigable, por lo contrario la frase “cepíllate con el mejor dentífrico y te enjuagaras con la peor agua” es por lo general la regla.

Esta situación se hace más marcada cuando se trata de empresas y en estas existen implementados sistemas de gestión de calidad (ISO 9001) y medio ambiente (ISO 14001). Con el enfoque de la ISO 9001 las compras de productos se orientarán solo en base a la calidad y precio. Desde la perspectiva de la ISO 14001 las adquisiciones se realizarán teniendo en cuenta criterios ambientales como, inclusión de materiales reciclables y ausencia de sustancias contaminantes, entre otros.


Sin embargo la calidad y el precio no son factores opuestos a los criterios ambientales.

El precio generalmente está asociado a la calidad y estos dos pueden ser objetivamente considerados criterios ambientales pues también reflejan el uso de recursos naturales y la generación de residuos.
Integrando calidad y precio, tenemos que los productos que adquirimos pueden ser de cuatro tipos: 1. Baratos, 2. Caros, 3. Costosos y 4. Económicos. Los productos baratos tienen bajo costo y baja calidad.

Los Caros son productos de calidad media o alta con un sobrecosto asociado al posicionamiento de la marca o por el sitio en que se compre. Los costosos están hechos de materiales o con métodos que tienen mucho valor económico por lo que el precio final es alto al igual que su calidad. Los económicos son aquellos cuya relación costo/calidad es alta.


Si en una empresa se necesita un lote de baterías (pilas) para cámaras, controles remotos, linternas, etc. Pueden comprarse teniendo en cuenta el precio y la calidad, pues todas las baterías son contaminantes, ya sea por contenido de mercurio o por el de cadmio. Sin embargo si se adquieren una baratas como las primarias (no recargables) de zinc-carbono, se requerirán muchas más unidades de las que se requerirían con cualquiera de los otros tres tipos, por lo tanto se estarían empleando mayores recursos naturales y se generarían mayor cantidad de residuos. Si se decide comprar unas caras como las de la marca mas reconocida, entonces se tendrían los mismos impactos ambientales que presentan los productos costosos o económicos y además se incurrirían en gastos extras. En caso de adquirir unas costosas como las secundarias (recargables) de zinc-carbono entonces se disminuiría considerablemente el número de batería a utilizar, por ende habría menor uso de recursos naturales y generación de residuos, sin embargo este menor impacto ambiental es equivalente al generado por las baterías económicas y al hacer cuentas se pagaría una suma de dinero alta en comparación con esta la última. Las baterías económicas como las de Litio-Ion recargables tienen un tiempo de duración más grande (alta calidad y rendimiento) que la mayoría de sus pares, por lo que el impacto ambiental que genera sería menor y su costo real es inferior a las demás alternativas.


Así pues la calidad y precio en lugar de ser contrarios a los criterios ambientales pueden, y deben ser complementarios.

 
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