Estar en las proximidades de Rusia sale caro. Es una de las principales ideas que se desprenden del Pliego de Cargos a Gazprom que publicó la Comisión Europea. Desde Bruegel han echado un vistazo a las cifras y como conclusión extraemos que España tiene numerosos problemas de abastecimiento energético, pero al menos ninguno de ellos está relacionado con Rusia y los gaseoductos provenientes de más allá de los Urales.
Uno de los motivos por los que la Comisión Europea está investigando a Gazprom, el gigante gasístico ruso, es por sellar acuerdos comerciales abusivos con algunos de los países fronterizos con Rusia, como es el caso de Lituania, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia, Letonia o Hungría, aprovechando su situación de virtual monopolio nacional para encarecer artificialmente el precio del gas. En palabras de la Comisión:
"Gazprom ha incluido una serie de restricciones territoriales en sus acuerdos de suministro a mayoristas, impidiendo la exportación del gas en ocho estados miembros de la Unión Europea. Estas cláusulas incluyen: disposiciones que prohíben explícitamente la exportación del gas; disposiciones que estipulan que el consumidor (mayorista o industrial) debe utilizar el gas comprado en su propio país o que sólo puede venderlo a ciertos consumidores dentro de su propio país; y otras medidas que previenen el flujo de gas entre fronteras, tales como exigir a los mayoristas obtener la aprobación de Gazprom para su exportación o el rechazo a cambiar la localización a la que el gas debe ser llevado bajo ciertas circunstancias."
El resultado de estas prácticas es el siguiente mapa, en el que se aprecia la diferencia del precio del gas entre los países próximos o fronterizos a Rusia y entre aquellos que están más alejados:
La investigación de la Comisión Europea abre varias puertas para Gazprom y Rusia. Desde Moscú se ha interpretado el movimiento de la Unión Europa como una maniobra política, en paralelo a las sanciones derivadas del conflicto en Ucrania. Por otro lado, Gazprom tiene ahora la oportunidad de revisar su política de precios en Europa del Este, quizá a la baja, adaptándose a la demanda actual del mercado. Nada de esto afecta a España. ¿Por qué?
Nuestro suministro proviene de Argelia
La situación geográfica de España le pone en cabeza delantera del grupo de países que sobreviven sin el suministro ruso: nuestro país depende fundamentalmente del gas argelino. Es por eso que la Unión Europea quiera buscar alternativas al suministro de gas desde Rusia. La península ibérica puede convertirse en un punto clave del transporte de gas europeo, facilitando el suministro a través de diversos gaseoductos (como Midcat, proyecto por el que está luchando el gobierno español) primero a Francia y después al resto de países. Hay cifras: se podría sustituir al 10% del suministro ruso.
Siguiendo los datos de la CNMC, estos son los países de los que recibimos gas: Argelia (52,7%), Noruega (11,6%), Qatar (11%), Nigeria (9,7%) y Trinidad y Tobago (6,3). Entre otros.
En este sentido, el descubrimiento de más yacimientos de gas en Argelia por parte de Repsol contribuye a pensar que, en el futuro, España podría tener un papel más relevante en el suministro del gas europeo si, como parece, la relación con Rusia se enquista.
Una vista más global de la situación del gas
En la actualidad, tres grandes gaseoductos abastecen la mayoría del territorio europeo. El conflicto entre Gazprom y la Unión Europea se engloba en la gran batalla por el suministro de gas al viejo continente, en la que Rusia siempre ha gozado de una posición dominante.
Como resultado, la UE busca nuevas vías de abastecimiento. La península ibérica es una de ellas, pero no la única. De hecho, uno de los grandes caballos de batalla de Putin, y por tanto de Gazprom, ha sido el desarrollo ya descartado de South Stream, un nuevo gaseoducto a través del Mar Negro para dejar de lado a Ucrania, un incómodo intermediario por donde pasa gran parte de uno de los tres gaseoductos actuales. El recelo de la UE lo echó para atrás. En su lugar, desde Bruselas se prefería el gaseoducto Nabucco, a través de Bulgaría, Rumanía y Hungría, que también fracasó. Otro proyecto, el gaseoducto Trans-Adriático, opta por cruzar Grecia y llegar a Italia (desde Azerbaiyán), encuadrado en el crucial corredor sur.
En todo este juego geoestratético, crucial en muchos sentidos, España está al margen. Y tiene suerte de estarlo, dado que Rusia aún tiene un porcentaje de mercado dentro de la UE muy alto. Y como demuestra la investigación de la Comisión Europea a Gazprom, se aprovecha de ello.
Fuente: modificado de Xataca.com.