En un contexto en el que la práctica de la inversión de impacto empieza a tomar impulso en el ecosistema español, la Fundación Daniel y Nina Carasso reafirma su papel pionero, a modo de laboratorio de innovación filantrópica. La publicación de su primera Memoria de Inversión de Impacto pone de manifiesto los primeros frutos de la estrategia financiera de la Fundación, que desde 2015 está desarrollando una política de inversión socialmente responsable (ISR) como herramienta complementaria a las donaciones.
Para estructurar esta política, la Fundación estableció un código de inversión en 2016 con el fin de definir hojas de ruta que se apliquen a todas sus inversiones en base a la firma de compromisos del acuerdo DivestInvest, un movimiento global de inversores que promueve la salida de las inversiones en combustibles fósiles. Este código define la política de inversión en términos de misión, valores y rentabilidad, excluyendo ciertos sectores y especificando temas de inversión preferenciales, en particular los relacionados con la Alimentación Sostenible y la preservación del medio ambiente .
Para ello, la Fundación sigue el modelo de las fundaciones anglosajonas al destinar un subfondo del 3% de sus inversiones financieras específicamente a la inversión de impacto en relación a sus dos programas de acción: Alimentación Sostenible y Arte Ciudadano (inversiones relacionadas con los programas - subfondo PRI). Y va un paso más allá, fijándose el objetivo para 2023 de llegar al 15% de inversiones de impacto, más allá de sus programas. Esta cuota ya ha alcanzado en 2020 el 7% de su cartera. Para el 85% restante de la cartera, la Fundación se ha fijado como objetivo llegar a un 70% de inversiones que respondan a los criterios de la ISR fijados en el Código de Inversión de la Fundación, los cuales son más ambiciosos que los criterios ISR generales habituales del sector financiero. Este objetivo ya se ha superado en 2019,
En la Memoria de Inversión de Impacto se recoge cómo, gracias a la gestión financiera de este subfondo PRI del 3%, se busca que el impacto social y ambiental prime sobre el rendimiento financiero. Además, la Fundación ha creado otros dos subfondos de impacto con un objetivo del 6% de dotación para cada uno. Uno de ellos se dedicará a inversiones relacionadas con la misión general de la Fundación (como la transición agrícola y alimentaria, la agroecología o la inclusión social - subfondo MRI), pero primando la rentabilidad económica sobre un impacto social y ambiental demostrado. Mientras, el otro 6% estará dirigido a las llamadas inversiones sostenibles, en el ámbito de la lucha contra el cambio climático y del desarrollo sostenible e inclusivo, asegurando también un nivel de retorno económico alto.
Con el objetivo de reforzar su estrategia de impact investing nace en España un Comité de Sourcing, responsable de localizar oportunidades de inversión estratégica en nuestro país, siguiendo la lógica de los tres bolsillos . Su trabajo también vendrá marcado con el compromiso de la Fundación Daniel y Nina Carasso respecto a la emergencia climática.
“La fundación está particularmente preocupada por el uso excesivo del concepto de impacto social, por eso creemos que tenemos la capacidad de jugar un papel fundamental en este ámbito centrándonos en la teoría del cambio en diferentes niveles: fundación, programa, proyecto… y fondos de inversión, algo pionero y muy poco usual en el campo de la lógica de la transformación social” señala Isabelle le Galo, directora de la Fundación para España. “En este sentido —y gracias a la creación de un Comité de Sourcing—, queremos también tender una red en constante crecimiento, que focalice su trabajo en el análisis del impacto social y ambiental de un conjunto de proyectos invertidos desde una misma lógica, para defender y resolver una causa social identificada”.
Conscientes de que una intervención responsable ha de ejecutarse en el largo plazo, el enfoque de esta inversión cuenta con una vocación duradera. Para ello, la primera Memoria de Inversión de Impacto ve la luz con el objetivo de compartir desde el inicio las opciones elegidas para invertir en modelos innovadores y sostenibles. Estos modelos constituyen una financiación complementaria a la subvención, que quieren contribuir a un cambio de escala de las iniciativas apoyadas.
Gracias a la redacción de un Código de Inversión, basado en el ya existente de 2016, la gobernanza de la Fundación pudo enviar un mensaje con respecto a su apuesta por la coherencia entre las inversiones y la teoría del cambio. La Fundación trabaja así como inversor ético y responsable al servicio de su misión, fomentando no sólo el desarrollo de sus dos líneas fundacionales, Alimentación Sostenible y Arte Ciudadano, sino también al tema más global y transversal de la transición ecológica.
En este código (plasmado en la Memoria de Inversión de Impacto) se definen las directrices que se aplican al conjunto de sus inversiones. Dicho código funciona como una guía en la gestión financiera de la Fundación.
Con el Código de Inversión se busca un nivel mínimo de respeto social y ambiental en cualquier inversión, sea o no de impacto. Con las inversiones de impacto que contribuyen al cambio sistémico la Fundación subvenciona una iniciativa, invirtiendo en ella cuando ha crecido lo suficiente. Este procedimiento, conocido como venture philanthropy, ilustra esa continuidad entre los donantes y los inversores. Dentro de cada fondo de impacto social y ambiental la Fundación también piensa en una teoría de cambio como criterio para seleccionar las iniciativas.
En este Código de Inversión no sólo se priorizan las temáticas vinculadas con la Alimentación Sostenible y la conservación del medio ambiente, sino que se excluyen otras relacionadas con el tabaco, las apuestas o la industria de armas ciegas. Con estas prioridades, no se deja de lado la atención prestada a las inversiones que intervinieran en las cadenas de valor del sector de la alimentación. En su conjunto, estas directrices dan forma a los principios de la Fundación.
En esta línea —y debido a la gran sensibilidad de la Fundación respecto a su lucha contra el cambio climático, en la que la Alimentación Sostenible desempeña un importante papel— durante la celebración de la COP21 la Fundación se comprometió a no invertir en energías fósiles colocando, por el contrario, una parte de sus inversiones en soluciones para luchar contra el cambio climático. Estas inversiones cuentan con un enfoque que va más allá de la mera inversión en energías renovables, apostando más por la eficiencia energética y la movilidad blanda. De esta forma, la huella de carbono de la cartera ISR de la Fundación es un 30 % inferior a los índices de mercado.
Estas inversiones actúan bajo el paraguas de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), que constituyen un marco universal y han sido incorporados como un lenguaje común en el sector de las fundaciones. Sin embargo, la Fundación ha decidido optar por un marco de análisis de impacto más exigente que el definido por los ODS. Para lograrlo, ha co-construido en colaboración con Quadia, en el fondo dedicado a la Alimentación Sostenible dentro del subfondo PRI, un conjunto de criterios de selección y seguimiento basado en los principios de la Global Alliance for the Future of Food para medir el progreso en su teoría de cambio. Este marco de análisis se basa en seis grandes principios (regeneración, diversidad, resiliencia, salud, equidad e interconexión e inclusión) combinando objetivos e indicadores de medición del impacto que permiten el análisis y el seguimiento de las participaciones.
De forma complementaria al fondo creado con Quadia, la Fundación decidió conectar los ODS prioritarios de sus dos grandes líneas de mecenazgo con los seis nuevos principios de la Global Alliance, a fin de aplicar un marco de seguimiento a todas sus inversiones de impacto.
La Fundación Daniel y Nina Carasso, en un contexto donde la inversión de impacto cobra cada vez más peso, ha decidido posicionarse como una institución pionera en este campo llevando adelante la creación en España de un Comité de Sourcing. Este Comité nace con la necesidad de impulsar un mundo más resiliente, una cualidad que se ha revelado como más necesaria que nunca tras la crisis surgida por la Covid-19.
En este sentido, la estrategia de inversión de impacto de la Fundación se ha desarrollado principalmente en Francia, mientras que en España el auge de este campo ha despuntado en los dos últimos años, al incrementarse estructurarse notablemente el sector. Algunas organizaciones pioneras han comenzado a financiar empresas sociales en nuestro país y están comprometidas con el desarrollo del sector: ahora se han convertido en piezas clave del mercado español. En un ejercicio de coherencia con sus principios, valores y trayectoria, este escenario ha puesto de relevancia para la Fundación Daniel y Nina Carasso la necesidad de la creación de este comité en España, país en el que la Fundación desarrolla su labor desde 2014.
El Comité nace como una herramienta eficaz, capaz de nutrir oportunidades de inversión en España. Con su trabajo, el Comité de Sourcing buscará oportunidades para los bolsillos PRI, MRI y Sostenibles dentro de los campos de la Alimentación Sostenible y el Arte Ciudadano con enfoque transversal en la emergencia climática. Estos nichos en 2019 no superaron en total los 200 millones de euros en nuestro país.
Sobre la contribución al fortalecimiento del sector, el Comité de Sourcing nace consciente de que el vacío en la inversión se ubica en las etapas iniciales de un proyecto, en un momento en el sus necesidades de financiación aún son pequeñas y su nivel de riesgo es alto, lo que hace que los costos de transacción sean relativamente bajos. La filantropía de riesgo, casi inexistente en España, es fundamental para estos primeros pasos.
Las iniciativas del Comité de Sourcing cuentan por tanto con varias labores que resultarán esenciales para los objetivos de la Fundación. Así, activará la reflexión colectiva sobre las necesidades del ecosistema de inversión de impacto en España, en particular en sus dos líneas de trabajo: Alimentación Sostenible y Arte Ciudadano, pero no sólo. Por otra parte, y teniendo en cuenta el estado embrionario de la inversión de impacto, ayudará a la Fundación a identificar iniciativas españolas en las cuales poder intervenir con fondos de impacto social desde los bolsillos PRI, MRI y Sostenible estructurados en la Fundación.
El Comité de Sourcing ve la luz integrado por seis profesionales procedentes del mundo financiero y de la innovación social, que ponen ahora sus conocimientos al servicio de la labor filantrópica de la Fundación Daniel y Nina Carasso. De esta forma, sus componentes, José Moncada, Director General de La Bolsa Social, Mercedes Valcárcel, Directora General de la Fundación Generation Spain, Luis Berruete, Co-fundador y Socio Director de Creas, Clara Navarro, Co-fundadora y Co-directora de Ship2B, Cristina San Salvador, Expansion & Program Development Manager en Ship2B y María Ángeles de León, Co-fundadora y presidente de la Fundación Open Value, inician una labor crucial para el futuro de la Fundación.
En este sentido, las fundaciones somos un actor importante en el desarrollo de la inversión de impacto, por un lado como fuentes de capital y proveedoras de asistencia técnica a las empresas sociales, por otro, como agentes de estructuración del sector capaces de velar por que la inversión de impacto realmente resuelva causas sociales, por otra. En coherencia con esta realidad, la Asociación Española de Fundaciones (AEF) acaba de crear un grupo de trabajo sobre Inversión de Impacto, en cuyo Comité Administrativo se encuentra Isabelle Le Galo.
En estos diez años, la Fundación ha desarrollado su trabajo en dos grandes líneas de intervención gracias a la coherencia en el desempeño de su misión filantrópica, que ponemos al servicio de una transformación ecológica e inclusiva de la sociedad y del modelo productivo. En este sentido tenemos una doble responsabilidad: la gestión del patrimonio y la gestión de la política de mecenazgo. Conectar estas dos actividades al servicio del impacto es primordial para multiplicar el impacto transformador y unir a todos los agentes de nuestra sociedad en torno a una economía comprometida con la vida. En el marco de esta estrategia emprendida tras sus primeros diez años de recorrido, esta aspiración de invertir al servicio del cambio y al mismo tiempo apoyar modelos que comparten sus principios, se ha convertido en un eje estructural del funcionamiento e ilusiones, de la Fundación con el objetivo de acelerar su impacto en la sociedad.
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