Siguiendo aquí un contundente artículo de Manuel Escudero, estamos pasando de la RSC de cáscara (prevención de riesgos, informes anuales de sostenibilidad, buenas palabras en general) a la RSC de núcleo. Por ejemplo, ya no valen los concursos de dibujo infantil, la captación de talentos juveniles o la plantación de árboles: los fabricantes de coches se van a poner en serio a fabricar vehículos de emisión cero, es decir eléctricos.
Otras características de esta nueva Core-RSC son la aplicación alegre, a fondo y sin complejos de las nuevas-viejas ideas de la sostenibilidad, que son muchas: desde la economía circular a las energías renovables, desde el internet de las cosas a la economía colaborativa. Es un camino que no carece de obstáculos, como muestran estos dos ejemplos de compañías con problemas para cumplir sus objetivos de sostenibilidad.
Pero la nueva RSC no puede vivir únicamente en las nubes de la innovación ecosocial. Tiene que bajar a tierra. Como dice Manuel Escudero, "La pregunta de si la RSC tiene algo que decir respecto a las desigualdades actuales en países como España debe ser respondida con un sí rotundo". Y eso quiere decir sentar a los trabajadores en los consejos de administración, y no pagar a unos mil veces más de lo que se paga a otros, entre otras muchas cosas.
Una de estas cosas por hacer es dejar de considerar a las finanzas como el único foco central de la empresa. Esta obnubilación por el capital financiero está degradando hasta extremos increíbles otros activos de las empresas: su capital humano e intelectual, principalmente, sin hablar del capital natural. En esta línea, una iniciativa, B-corporation, "quiere ser a las empresas como el certificado de agricultura ecológica es a los alimentos criados sin pesticidas", más información aquí.
Fuente: boletín informativo Señales de Sostenibilidad de la Fundación Vida Sostenible.