La Asociación de Ciencias Ambientales de Asturias se embarca por tercer año consecutivo en un programa de vigilancia ambiental de la costa asturiana. El proyecto Coastwatch reunió el pasado año a una treintena de participantes que recorrieron 37 kilómetros de playas. Es por esto que para esta edición piden voluntarios que les ayuden a realizar un balance del estado del litoral detectando y analizando posibles cambios, presencia de especies invasoras y de residuos.
En la campaña del año pasado llamó poderosamente la atención la cantidad de bolsas de basura, tapones y otros plásticos que los voluntarios se encontraron en los 37 kilómetros de costa que finalmente fueron ‘vigilados’. El informe con los resultados de esa campaña se dará a conocer a finales de año. Esta iniciativa, que se enmarca en el proyecto europeo Coastwatch, divide la costa asturiana en 1.999 tramos. Esos 37 kilómetros de costa recorridos el año pasado corresponden a 74 tramos. Aún queda, por lo tanto, costa por ‘vigilar’.
"En Cantabria, que lleva muchos más años en el proyecto, se hicieron 151 tramos, que para ellos es el 20% de la costa cántabra. Para nosotros, esos 74 tramos solo es un 6%", explica Paula Baldó, la presidenta de Acastur, que indica que una de las zonas más vigiladas fue Gijón y sus alrededores. De hecho, un solo voluntario se comprometía el año pasado a recorrer Gijón de punta a punta, aunque la unidad mínima de observación son tramos de 500 metros, una labor que un adulto puede realizar en un par de horas.
"Tenemos una costa preciosa, muy desconocida en muchos casos salvo por el uso turístico y en la que algunas zonas tienen un gran riesgo de contaminación, plantas invasoras e incluso el potencial de desaparecer por el cambio climático. Para proteger algo es necesario conocerlo bien y este proyecto es un primer paso para ambas cosas: conocer y proteger", explica Baldó, que anima a los asturianos a ayudarles en esta iniciativa a la que Acastur se suscribía en 2015 a través de un convenio de colaboración con el programa Coastwatch, que se remonta a 1983 y en el que participan buena parte de los países europeos con costa.
El cambio climático ya ha dejado evidencias de su existencia en la costa asturiana: la subida de la temperatura del agua es un ejemplo que cualquier ha apreciado en estos últimos veranos y, sobre todo, en el que acaba de pasar. "El cambio climático es una preocupación en Asturias. También queremos saber si hay más contaminación que en años anteriores", explica Baldó. El próximo 18 de noviembre, a las 10.30 horas, se impartirá una breve formación en la playa de Xivares a los voluntarios que se sumen este año, en la que se les explicará cómo deben rellenar la exhaustiva encuesta del proyecto, en la que se pregunta por residuos, contaminación o biodiversidad. Por ejemplo, cuántos efluentes (cursos de agua) existen en la zona, si en ellos hay peces, si están vivos o muertos o si ven residuos en esas aguas.
Las preguntas sobre los residuos son, de hecho, varias e incluso se pide el número de envases de bebidas, bolsas de plástico y otras basuras, además de que se pregunta por su localización: en la zona de salpicadura, en la línea de marea alta, en el propio mar o en la zona intermareal. También existe un apartado sobre las plantas invasoras como pueden ser los plumeros de la Pampa que tantos quebraderos de cabeza están dando en Asturias, la grama americana o la uña de gato. Los voluntarios, que también serán formados en el entorno costero y las problemáticas ambientales asociadas, se comprometen a recorrer el tramo de costa que elijan rellenando esta encuesta, que deberá entregarse antes de mediados de diciembre.
En el País Vasco, por ejemplo, esta campaña forma parte del programa de educación ambiental del País Vasco para concienciar a los escolares sobre la necesidad de proteger el medio ambiente. Para llevar a cabo estas labores, Acastur entregará a todos los voluntarios un kit de vigilante en el que, además del cuestionario, se incluyen tiras de medición para el pH y los nitratos, un termómetro, una bolsa de basura y unos guantes. "Tenemos que mirar a ver cuántos sobraron del año pasado, porque seguimos sin financiación y nuestros recursos son limitados", explica Baldó. Acastur, que está formada por medio centenar de licenciados y graduados en Ciencias Ambientales, llevó a cabo un crowdfunding el año pasado para hacer frente a estos gastos, que tenían entonces un coste aproximado de 1.000 euros. Este año se habían puesto en contacto con varios ayuntamientos pero "a nadie le interesó".
Fuente e imágen: modificado de La Voz de Asturias.