A pesar de la crisis, el turismo es un sector que continua generando beneficios, pero también tiene unas consecuencias medioambientales y sociales importantes, en ocasiones desconocidas para la población, y que hay que tener muy en cuenta. Por eso surge entre finales de los 80 y los inicios de los 90 el ecoturismo, una forma de hacer turismo alternativo que ha crecido entre un 20% y un 34% por año desde entonces.
Como contraposición a las bases del turismo actual, tales como las grandes cadenas hoteleras, la tendencia del Todo Incluido, cruceros y la masificación y sobreexplotación de las zonas costeras, surge la idea del Ecoturismo. En concreto, los 'Todo Incluido', provocan auténticos impactos como se ha visto en casos como el de República Dominicana. Por el contrario, existen otros países como Madagascar, Nepal, Costa Rica, Ecuador o la misma España, donde el turismo ecológico produce una buena parte de beneficios (sociales y económicos) para el país.
La idea básica que se persigue es trasvasar ese tipo de turismo tradicional al cada vez más emergente Ecoturismo, gracias a aspectos cada día más conocidos como: minimización del impacto ambiental y social contribuyendo activamente a su conservación, aumentar la conciencia y respeto por el ambiente y la cultura mediante la educación y experiencias positivas del viajero (siempre han de ser viajeros independientes o en grupos reducidos), hacer un reparto equitativo de los beneficios que genera reinvirtiendo en la conservación, y por supuesto en el respeto a la Declaración Internacional de Derechos Humanos.
Entonces, ¿Qué objetivos ha de cumplir, por tanto, un turismo para ser calificado como ecoturismo?
El objetivo principal es conseguir fomentar aquel tipo de turismo respetuoso con el entorno ambiental y social. No se trata de que todo el volumen de turistas se convierta a este modelo de viaje, porque sería algo inviable, pero se ha de fomentar al máximo, evitando el turismo de masas siempre que sea posible. Apostar por unas vacaciones solidarias y/o educativas y descartar los destinos turísticos que sean 'desastres urbanísticos', es clave para llevar a cabo un turismo sostenible y se ha de practicar en la medida de lo posible.
Se trata, en realidad, de conseguir generar el menor impacto posible en el destino elegido, y basar nuestro viaje en el respeto y disfrute de la naturaleza y la cultura local. Viajar, en resumen, de una forma comprometida y respetuosa, con la naturaleza y las personas, huyendo de todo aquel turismo de masas que genera un gran impacto sobre el territorio y la población.
Fuente: Acciona.